El "boom" motero de Vigo se explica en gran parte por las medidas adoptadas por el Concello para facilitar el uso de estos vehículos. A lo largo de los últimos años el gobierno local ha ido activando iniciativas que agilizan su circulación por la ciudad, mejoran la seguridad e incluso recortan la factura del rodaje municipal. Una de las primeras soluciones que se adoptó -de las más reclamadas por los propios motoristas- fue la sustitución de los viejos guardarraíles por sistemas más modernos y menos peligrosos para los pilotos. Las barreras más antiguas suponen un peligro para los conductores que se caen al asfalto e impactan contra ellas. En 2014 el Concello anunció que destinaría 200.000 euros a modernizar 4,3 kilómetros de esos obsoletos guardarraíles. Poco después, en 2015, anunciaba que la actuación se ampliaría a 13 km.

El cambio de guardarraíles no fue la única medida que adoptó el Concello. El departamento municipal de Tráfico ha cambiado la pintura de pasos de cebra por variedades antideslizantes y ha facilitado el aparcamiento con nuevas plazas. También contribuyó a que el uso de las motos sea más ágil al permitirles circular por la mayoría de carriles bus, marcar pasos adelantados ante los semáforos e incluso crear carriles específicos En esa misma línea, las "turborglorietas" permitieron reducir la siniestralidad al tomar o salir las rotondas.

Otra de las medidas con las que el Concello de Vigo quiso facilitar el uso de las motos afecta directamente al bolsillo de sus conductores. El gobierno municipal acordó aplicar un impuesto de rodaje mínimo a los vehículos de dos ruedas de menos de 125 centímetros cúbicos (cc) y favorecer con una bonificación del 10% a aquellos que superen esa potencia.