L. vino a Xinzo de Limia en septiembre de 2016 para colaborar como voluntaria con una oenegé local en un centro ocupacional de ayuda a personas con diversidad funcional. La joven, de Hawai (Estados Unidos), no conocía a nadie en Ourense más que a sus compañeros. Preguntó cómo era la seguridad en la villa capital de A Limia y le aseguraron que muy tranquila, que no tenía de qué preocuparse. A los pocos días de su llegada, mientras hacía deporte en una pista junto al río, la joven veinteañera sufrió una presunta agresión sexual. El acusado, Josué B. S., fue a juicio ayer y se enfrenta a peticiones de condena de 3 a 5 años de prisión. Él solo admite que habló con ella, estuvieron caminando juntos un rato y le dio un beso. Según su versión, ella dejó claro que no quería nada, "se dio la vuelta y se marchó". Pero la víctima, que testificó ante la Guardia Civil y la juez antes de regresar a su país -ayer se proyectó su declaración- asegura que el acusado la sujetó, la tocó en los pechos y los glúteos, forcejeó en varias ocasiones -llegando a arrojarla al suelo- y le bajó el pantalón. El acusado dice que se lo inventó. Ella consiguió librarse y marcharse del lugar.

Para la acusación particular, este comportamiento encaja en el artículo 179, el de un intento de violación, penado con hasta 6 a 12 años. Como fue una tentativa, la abogada Marta Soto -que defiende a la mujer con asistencia jurídica gratuita del turno de oficio- solicita 5 años de prisión. La fiscal Sonia Rodríguez califica los hechos como una agresión sexual del artículo 178, que requiere la presencia de violencia o intimidación. Pide 3 años de cárcel, 5 años de alejamiento a una distancia mínima de 300 metros, así como 6.000 euros de indemnización en concepto de daños morales. La defensa, que ejerce Luis Salgado, pide la libre absolución. En el supuesto de que la Audiencia Provincial aprecie pruebas para condenar, solicita una pena de 2 años o inferior, que evitaría el ingreso entre rejas del encausado, quien tras los hechos permaneció en prisión preventiva menos de 2 meses.

La víctima no fue reconocida en el centro de salud, pese a que existe un protocolo del Ministerio de Sanidad firmado por la Xunta. Tras presentar denuncia ante la Guardia Civil, una compañera de la ONG la trasladó al centro de salud, pero allí según esta testigo le dijeron que al no existir un convenio sanitario con Estados Unidos tendrían que cobrarle unos 200 euros por la exploración y el informe. Acudieron al juzgado "pero nos dijeron que no podían hacer nada". La Guardia Civil la trasladó a una clínica privada, donde fue entrevistada por un médico pero no examinada físicamente, según dijo ayer en juicio la testigo.

Estrés postraumático

La mujer sufrió un trastorno de estrés postraumático agudo, "compatible" con una situación como la que denunció, según el forense. A criterio del experto, que la examinó dos días después de los hechos, es "altamente improbable" que la víctima pudiera inventarse un estado de tensión y nerviosismo como el que observó. El forense recogió muestras de las muñecas de la joven, por donde fue sujetada, y se encontró ADN de varón, pero en concentraciones demasiado bajas como para identificar el perfil. La chica ya se había duchado.

Los hechos ocurrieron el 27 de septiembre de 2016, sobre las 9.30 horas. El acusado estaba haciendo trabajos en beneficio de la comunidad en un parque. La joven hacía deporte en una pista próxima a parcelas agrícolas y el río, una zona no demasiado transitada más que por gente que va de paseo o acude a las fincas, entre Xinzo y Vilar de Santos. No hubo testigos de la agresión sexual. Según su declaración, el encausado, que al inicio del interrogatorio negó haber visto a la chica para después reconocer que estuvo caminando junto a ella, le preguntó si tenía novio y si él le gustaba. Ante las negativas, asegura que la dejó marcharse.

La víctima estaba "nerviosa, preocupada e incluso sorprendida, porque le habían dicho que Xinzo era un sitio tranquilo", recordaba ayer el guardia civil que instruyó las diligencias. La "conversación amistosa" del principio con el acusado pasó a preguntas insistentes, tocamientos, forcejeos, a que presuntamente la tirara al suelo y se situara encima para intentar bajarle las mallas, haciendo gestos para que fueran tras un arbusto. Según el escrito de calificación de la fiscal, el individuo le hizo prometer que no denunciaría y permitió que la víctima se fuese.

El ministerio público subraya la declaración "coherente" de la víctima, frente a las "contradicciones" del presunto agresor. Acusa por agresión sexual al ver violencia en los tocamientos y forcejeos, así como un "entorno intimidatorio" al tratarse de una zona no muy transitada. La acusación particular sostiene que la intención era violar, no hacer tocamientos. "Aprovechó la lejanía tras un rato caminando y la ausencia de testigos, bajó las mallas y le hizo gestos simulando un a penetración".

La defensa descarta la tentativa de violación porque no hubo acceso carnal. Sostiene que la declaración de la víctima, que según su impresión arroja "dudas" sobre los hechos, no basta para condenar, en ausencia de testigos y lesiones. Al contrario que las acusaciones, el abogado alega que en la zona sí suele pasar gente. De forma subsidiaria a la libre absolución, la defensa solicita una pena más leve que evite el ingreso en prisión, y ninguna indemnización: "No tenemos datos del sufrimiento de esta persona".