Los forenses que examinaron a José Alén, el presunto homicida de su mujer Virginia Ferradás el 29 de enero de 2017 en O Carballiño, avisaron a la juez de que un retraso en la causa podría complicar el interrogatorio del investigado, que sufre una demencia frontotemporal, una enfermedad neurodegenerativa cuyo pronóstico empeora con el tiempo. La Fiscalía y la familia de la víctima formularon sus escritos de acusación, y la juez del caso rechazó las alegaciones de la defensa, que pide el archivo, sin llegar juicio, por la anomalía psíquica del presunto homicida. De igual modo, la instructora descartó realizar una prueba de ADN porque, según su criterio, debido al estado del investigado sería contraproducente retrasar más una investigación que considera aclarada. La defensa recurrió y la juez ha reafirmado su criterio, pero el abogado insiste con la tesis y ha ejercido su derecho a formular recurso de apelación. La Audiencia Provincial decidirá.

Es la misma instancia en la que se celebrará el juicio con jurado si, como parece más probable, los magistrados no dan la razón a la defensa y ratifican el criterio de la instructora de Carballiño para que se celebre el juicio, de manera que el veredicto y la sentencia determinen qué medida cabe imponer al homicida con demencia, en el supuesto de que sea considerado culpable. Llevar a juicio este tipo de casos, sin un archivo previo, es el camino por el que se inclina el Tribunal Supremo, tal y como la Fiscalía expone.

Tras celebrar la comparencia que establece la ley del jurado, la juez dictó un auto para descartar el archivo y ordenar la continuación del procedimiento a juicio. En esa resolución ya emplazaba, además, a las acusaciones para que formularan sus conclusiones provisionales. La defensa recurrió para solicitar el sobreseimiento en base a la incapacidad sobrevenida de Alén, por su estado mental. Además el letrado sostiene que no hay pruebas para imputar a Alén el homicidio sin esclarecer por qué había ADN de otra persona, además del matrimonio, en una muestra analizada de las uñas de la víctima.

La juez desestimó el recurso que la defensa traslada ahora a la Audiencia. Entiende la instructora que el hombre tiene la capacidad alterada, pero no anulada (los forenses concluyeron que conserva cierta memoria y capacidad suficiente para sentarse en el banquillo pese a sus limitaciones), y que es necesaria una sentencia que valore la posible eximente por la anomalía psíquica de Alén. Además, ve innecesaria la prueba de ADN porque la inspección ocular del domicilio conyugal, donde ocurrió el homicidio, no revela más que dos personas cuando ocurrieron los hechos. El rastro ajeno en las uñas pudo deberse, según la juez, a un roce normal, como por ejemplo un apretón de manos.

La Fiscalía propone para José Alén, de 60 años, que presuntamente asfixió a su mujer y cuidadora porque ella, preocupada, no le dejaba las llaves de casa, un máximo de 14 años en un hospital psiquiátrico dependiente de instituciones penitenciarias -solo hay dos centros en España, en Sevilla y Alicante-. El fiscal delegado en la provincia contra la violencia machista, Julián Pardinas, califica los hechos como un delito de homicidio con la agravante de parentesco, pero a diferencia de la familia -que pide 15 años de cárcel y no aprecia, de entrada, la eximente mental- solicitará la absolución del acusado ante el jurado porque, en su opinión, existe una causa completa para librarlo de responsabilidad penal por una anomalía psiquiátrica.

La enfermedad del marido provocaba, según los forenses, una "grave afectación de sus facultades de comprensión y actuación". Antes del homicidio de su esposa, José Alén ya había sido diagnosticado de su enfermedad neurodegenerativa. Estuvo ingresado en el área de psiquiatría del CHUO durante un mes, hasta dos antes de los hechos. La víctima había detectado ya un año antes ciertos cambios de conducta que precipitaron el regreso del matrimonio desde Suiza para establecerse en O Carballiño. Virginia Ferradás acudió a los servicios sociales para que una asistenta en el hogar la ayudara a cuidar a su marido. El 18 de enero de 2017, solo 11 días antes del trágico final, el hombre se encaramó al tejado del domicilio conyugal y permaneció allí durante seis horas, hasta que su hermano logró convencerlo para que bajara. José Alén fue atendido en el servicio de urgencias del CHUO pero recibió el alta ese mismo día y volvió a su casa, junto a su mujer. El 29 de enero la mató.