Antes del homicidio de su mujer, José Alén ya había sido diagnosticado por su enfermedad neurodegenerativa y seguía en estudio en el área de salud mental de la sanidad pública. La víctima había detectado cambios de conducta -un patrón de la demencia frontotemporal- que precipitaron el regreso del matrimonio desde Suiza para establecerse definitivamente en O Carballiño

Virginia Ferradás acudió a los servicios sociales del Ayuntamiento de la capital del Arenteiro para que una asistenta en el hogar la ayudara a cuidar a su marido. El 18 de enero, once días antes del crimen, el hombre se encaramó al tejado y permaneció allí varias horas. José Alén fue atendido después en el servicio de urgencias pero recibió el alta ese mismo día y volvió a su casa, junto a su mujer. Personas del entorno de la víctima y algunos representantes públicos apuntaron a posibles fallos en el protocolo de actuación con este tipo de enfermos de salud mental.