La movilización social en defensa del sistema público de pensiones hizo ayer doblete en Ourense. Convocados por la mañana por CCOO y UGT, y al anochecer por el Movemento Galego en Defensa das Pensións Públicas, Modepen, los pensionistas actuales y futuros recorrieron las calles del centro urbano mostrando su absoluto rechazo a la subida del 0,25% y reclamando una revalorización que les permita afrontar la última etapa de su vida de forma digna.

La primera movilización, que tuvo un seguimiento de unas 1.200 personas, según la Policía Local, partió a las 12.00 horas de la Praza Maior y recorrió el casco histórico hasta la Subdelegación del Gobierno, donde las organizaciones convocantes leyeron un manifiesto.

A lo largo del recorrido, los mayores corearon consignas alusivas a la insuficiente subida del 0,25% de las pensiones y contrarias a las reformas del Gobierno, al que reprochan la pérdida de poder adquisitivo. Una parte importante de los manifestantes eran personas mayores que reclaman pensiones dignas, pero también había trabajadores en activo y algunos jóvenes que se movilizaron acompañando a sus padres y abuelos. "Esta lucha es de todos", clamaron los participantes, que utilizaron silbatos y alguna cacerola para hacerse oír: "A ti que estás mirando, tamén che están roubando", decían a las personas con las que se cruzaban.

A las ocho de la tarde los abuelos volvieron a la calle, esta vez acompañados por mucha más gente joven. Entre 2.500 y 3.000 personas, según la estimación de la Policía Local. "Esta manifestación es de los pensionistas actuales y futuros", señalaron los jóvenes, mientras levantaban las manos para hacerse ver y ratificar su compromiso con una batalla que "será larga", pero en la que combatirán "el tiempo que sea necesario", decía uno de los convocantes por megafonía. "Esta manifestación no será la última", clamaron los mayores arropados por hijos y nietos. La juventud aportó su propia pancarta a esta manifestación, exenta de siglas y banderas políticas o sindicales: "A xuventude polas pensións dignas".

Los manifestantes se concentraron a las 20.00 horas frente a la Subdelegación del Gobierno y arrancaron con una marcha que rodeó el edificio Torre por Habana y Xoán XXIII con parada final frente al edificio de la Seguridad Social, donde la plataforma Modepen leyó su manifiesto en el que demandaron, entre otras cuestiones, la edad de jubilación a los 65 años y la supresión de la brecha salarial de género. Durante el trayecto, con música y muy buen ambiente, jóvenes y mayores unieron voces en defensa del sistema de pensiones. Entre las frases se escucharon consignas contra el gobierno de Mariano Rajoy, los recortes y la pérdida de poder adquisitivo: "As pensións son un dereito, non as deixemos roubar; non é unha crise, é unha estafa; goberne quen goberne, as pensións non se venden; o 0,25 é una merda; o rescate das autopistas para os pensionistas, o Rajoy, canalla, que robas a la yaya".

Tanto en la manifestación de la mañana como en la de la tarde, compartieron las protestas personas de diferentes edades y condición social con necesidades diferentes pero un mismo objetivo, defender un sistema de pensiones que garantice una vida digna en la jubilación.

Por ejemplo Raquel, trabajadora de 31 años, asume que tener un empleo a su edad "es un gran éxito", y se considera una privilegiada pero teme por su futuro y por eso ayer se manifestó con los pensionistas. Unos metros por delante caminaba con su pareja Ramón, jubilado y viudo, con una pensión de 600 euros con la que hace frente a los gastos del piso en Ourense, los recibos y la comida, además de ayudar a los hijos y a los nietos que también tienen dificultadas. "Tengo los huesos deshechos de trabajar durante 40 años y una jubilación que es una miseria", se lamenta.

Esto ocurre en una provincia como Ourense, que además de tener las pensiones más bajas de España, sufre los efectos del envejecimiento y la despoblación, que en el rural se traducen en la supresión de servicios. Ramón tiene una casa en Entrimo a la que le gustaría ir más a menudo, pero no puede porque recortaron la frecuencia del transporte público. "¡Ahora nos quitaron el coche de línea! La vida entera trabajando y cuando llegas a la jubilación todo son golpes, es una vergüenza", protesta.

Alejandra Pérez es vecina de Oímbra. Tiene 83 años y asistió a la manifestación por la mañana acompañada de su hija, con la que pasa los meses de invierno en Ourense. "Trabajé como una negra en el campo pero coticé poco", explica. Enviudó joven y la pensión que le queda apenas le da para vivir. "Me arreglo malamente, la suerte que tengo es que mis hijos son independientes", señala.

La pensión de Flora Mangana no llega a los 700 euros. Trabajó de ayudante de cocina y en la limpieza, y cotizó cinco años en Ginebra, por lo que recibe poco más de 10 euros. No le va mal porque tiene un hijo independiente pero cree que la subida del 0,25 es un insulto a los pensionistas "¿para esto trabajamos toda la vida?", se pregunta. A la calle salieron también jubilados con buenas pensiones como Camilo y Estrella, que reclaman dignidad para los que no la tienen: "Tenemos familiares y amigos pensionistas que viven en la pobreza".