La búsqueda de Bernardo V. Á. terminó desgraciadamente con un final trágico. Buzos del servicio de actividades subacuáticas de la Guardia Civil encontraron ayer por la mañana, minutos después de las 12, el cuerpo sin vida del hombre de 68 años, que permanecía desaparecido desde que el jueves a mediodía se marchó de la casa que compartía con su esposa en Queizás (Verín). El cadáver apareció flotando en una zona de agua embalsada del Támega, cerca de su domicilio y del lugar donde el lunes se había localizado su gorra. La Guardia Civil y el forense, con la autopsia, investigan las causas.

Vecinos, voluntarios de Protección Civil y agentes del instituto armado llevaban varios días de batida por las inmediaciones del domicilio en busca del paradero del sexagenario. No era la primera vez que el hombre faltaba de su casa. Necesitaba medicación a diario. El sexagenario dijo a su mujer que se dirigía al garaje de la casa para ponerlo en orden, pero cerró con llave la puerta principal de la casa y se marchó.

Desde que se denunció la desaparición, el rastreo se llevó a cabo de manera intensa por tierra y aire. Participaron voluntarios, agentes de Seguridad Ciudadana de la Guardia Civil, así como la unidad canina, con un perro adiestrado que hizo la batida este lunes. Aunque el hallazgo se produjo finalmente en el agua, el operativo contó con medios tecnológicos para buscar desde el aire alguna pista. El helicóptero de la Guardia Civil sobrevoló la zona de Queizás el sábado y el domingo por la mañana. Hace tres días, además, volaron drones de la Axencia Galega de Emerxencias (Axega).