Manuel Buciños reconoce la magna obra que ha realizado Arturo Baltar a lo largo de toda su vida, desde 1967, el denominado Belén de Baltar. Consta de 150 escenas escultóricas. Lo hizo él todo. Están allí las casas, los árboles, el paisaje... Se volcó en esa tarea durante décadas. Consagró gran parte de su vida a construir esas piezas, con barro, piedras, madera, metales y elementos vegetales, entre otros materiales.
Hizo la primera muestra en la catedral de Ourense, que tenía que montar y desmontar todas las navidades, hasta que el belén fue trasladado a la capilla de San Cosme y San Damián, donde el Concello de Ourense creó un espacio expositivo en el que puede contemplarse la mayor parte de su obra, con dependencias dedicadas a escenas tradicionales de esta ciudad, como el "Mercado das Olas", el "Café Cantante" y "A Bilbaína".
El hijo de Antón Faílde, Miguel Ángel Faílde, reconoce a Arturo Baltar como un entrañable discípulo de su padre, que incluso eligió para que restaurada alguna de sus obras para reproducir las cabezas en el mismo estilo, debido a que habían sido decapitadas.
Xosé Cid destaca la faceta de "gran caminante" que tenía Arturo Baltar. Se desplazaba andando a muchas de las romerías que había en el entorno de la ciudad, como Os Milagros o la fiesta do Cristal en Vilanova, para contemplar los retablos de las iglesias y participar en este tipo de celebraciones populares.
Acisclo Manzano destaca la gran sensibilidad que tenía Baltar. "Era un hombre auténtico. Lo sabía todo sobre Ourense. Decía que tenía 600 años. Claro que los tenía, porque conocía a fondo lo que había ocurrido en la ciudad en los últimos siglos".
