Unos días antes de que miles de niños cierren los ojos, para esperar la llegada de un abuelete rojo y gordinflón por la ventana, y muchos mayores, sueñen a soñar, que esos seres dadivosos existen, Ada Sea, de 7 años, ha tenido la fortuna de comprobar que la magia existe y sentarse en el regazo del propio Papá Noel. Después de atravesar los 4.600 kilómetros que separan la ciudad de A Burgas de Finlandia, Ada ha entregado en mano a Santa Claus su carta de los deseos. Fue la embajadora de Ourense en Laponia. Ahora solo queda esperar.