Lee sucio -confiesa-, con las dosis que hagan falta de subrayados y anotaciones al margen de las primeras lecturas y las sucesivas. Vuelca en el folio el bagaje de toda su vida -"me di cuenta muy tarde de que mis novelas tenían un porcentaje enorme de autobiografía, cuando creía que todo era inventado"- y las influencias, por decantación, de los autores y artistas que lo remueven. José María Pérez Álvarez, Chesi (O Barco de Valdeorras, 1952), tiene terminada desde hace años su novela final e incluso título para una narración abstrusa "que dinamita con todo" y echará la llave. Pero no toca aún. Al autor ourensano le basta ahora con habituarse a su nueva ocupación: sus libros -más de 3.500 títulos, muchas primeras ediciones, pueblan su biblioteca-, sus textos, sin la urgencia de los días laborables, y sus zapatillas de casa, si es que las usa. El funcionario de Hacienda se retira y emerge a tiempo completo el escritor. El cambio de vida coincide con una nueva publicación. Predicciones catastróficas, que Trifolium edita este mes, es un texto que habla con menos drama que parodia del amor más frecuente: el desigual y lacerante, el que no es correspondido. "Empieza como una novela de amor entre un profesor jubilado y una joven, y termina como una novela de humor disparatada".

José Ángel Valente dejó claro que "el día en que este juego sin fin con las palabras se termine, habremos muerto". Y Chesi, prolífico desde joven delante de un folio en blanco, dice algo consecuente: "Para mí la literatura siempre ha sido un juego, de ahí mi admiración por Cortázar. La literatura, aunque sea algo muy serio, es mi juego preferido".

Predicciones catastróficas es, de entre sus novelas, la que llega a las librerías con menos tiempo de elaboración. Ocupó 4 meses de escritura y 15 días de corrección. El original pasaba de la 300 páginas, que Chesi fue aligerando. Retiró ciertas citas de homenaje a sus escritores de cabecera y adelgazó un poco algunas frases. El resultado, 272 páginas bajo un título rescatado del olvido.

"Se llama Predicciones catastróficas y el nombre es un juego -dice-. Mi primera novela que escribí, con 24 o 25 años, que todavía tengo sin publicar, se llamaba El invierno que se avecina. Estaba sentado un día en la Plaza de las Mercedes, vino una ráfaga de viento, arrastró la hoja de un periódico y vi que ponía: "Predicciones catastróficas para el invierno que se avecina". Ahora empleo aquella parte de la frase que deseché en su día".

Antes de la jubilación, Chesi sostenía que su trabajo de funcionario en Hacienda era la ocupación que le alimentaba el cuerpo, y la literatura, la que nutría el alma. Lejos quedan los años en que devoraba el escritorio de madrugada, cuando uno no sabe si viajará en taxi o ataúd, como reza ese poema de Gloria Fuertes. "Ya no mantengo aquel ritmo a lo Balzac; el cuerpo ya no aguanta. La dificultad será enfrentarse a un tiempo libre que puede resultar excesivo. El miedo que me da esta nueva situación es dejar para mañana por tener el tiempo suficiente. Ese es el gran peligro". De paso, puntualiza con la mordacidad habitual, la realidad está ahí: "La jubilación sirve, filosóficamente, para prepararse para lo que viene después".

El autor de Nembrot -elogiada por Juan Goytisolo como la mejor novela de 2003-, La soledad de las vocales o Las estaciones de la muerte conserva ese desvelo inicial de todo autor, aun de los que no han escrito una línea. "Confío que venga pronto a mí alguna idea para empezar una nueva novela, espero que sea larga y me ocupe tiempo. En lugar de escribir con la rapidez de antes, tendré más calma". El tiempo disponible dejará ratos largos para leer y releer a un ojo ávido que ha disfrutado -y varias veces- de las mil páginas del Ulises. "Si tuviera que salvar a tres autores me quedaría con Borges, Cortázar, Joyce y Beckett, con muchísimos en realidad".

Chesi no va a enmendar a estas alturas un principio innegociable. "Jamás he pensado en el lector, sino que le pongo pequeñas trampas y dificultades. En mis novelas no va a encontrar complacencia. Estoy felizmente resignado a tener pocos lectores, pero con quienes tengo fidelidad. No estoy dispuesto a ceder". Su nueva novela hace un guiño a Cortázar y aquel comienzo con pregunta de Rayuela: "¿Encontraría a la Maga?" Pérez abre la narración de Predicciones catastróficas con otro desiderátum, aunque más lastimoso: "¿Era tan difícil quererme?" "Me pasa con la ficción una cosa muy curiosa: muchas veces mis novelas parten de una frase, y a partir de ahí empiezo a desbarrar".