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Roberto Fernández Álvarez: "En aquel rural sin cobertura sanitaria era más fácil morir que vender la vaca para penicilina"

Su libro recoge testimonios reales de médicos y pacientes en aquellas aldeas de principios del siglo XX hasta los 60 y 70 sin asistencia médica gratuita

El doctor Roberto Fernández ayer en el Colegio de Médicos presentando su libro. // Iñaki Osorio

Hubo una "larga noche de piedra" para la sanidad gallega, en la que la falta de cobertura universal afectó de forma aún más acusada al rural de Galicia, con una población agrícola sin recursos, lo que disparaba la mortalidad en edades tempranas por falta de médicos y medicinas. Era el fotograma social en blanco y negro de "Pacientes pobres, y médicos tristes",título del ensayo del que es autor, el médico de atención primaria en Allariz Roberto Fernández, que ganó con él el XXI Premio Vicente Risco de Ciencias Sociales. El trabajo, que ahora es un libro, fue presentado anoche en el Colegio de Médicos de Ourense. Recoge anécdotas de médicos y pacientes de un mundo en el que se nacía y moría en casa y a los primeros hospitales se les llamaba "pudrideros".

-¿Cómo surge la idea de realizar un ensayo con las historias de pacientes y médicos de esa época de Galicia?

-Precisamente surge de mi trabajo diario como médico de familia en Allariz y de los relatos que muchos pacientes hacían de los médicos de aquella época desde principios del siglo XX hasta ya casi entrados los años 70, que es cuando se universaliza la atención sanitaria y llega también al rural.Empecé a indagar y a contactar con algunos médicos que vivían.

-¿Cuáles han sido los cambios sustanciales en esa franja histórica?.

-Fueron de 180 grados.En la primera mitad del siglo XX había una población mayoritariamente rural y con sumisión a los poderes políticos y religiosos. El médico era también clase de poder. No había presión social para cambiar las cosas y el que era pobre lo era de solemnidad. Se pagaba al médico en "avinza" en especias. Pero pasados los años muchos de los relatos que me iban contando cuando ya llegaban a mi consulta los relataban pese a su dureza con ironía y humor.

-¿Qué historias le llamaron más la atención para que decidiera hacer un ensayo sobre esta época de la medicina?

-Era más fácil morir a veces que vender la vaca, medio de sustento para comprar penicilina. Una de las anécdotas que me contó un facultativo es como ante la posibilidad de comprar ese antibiótico que ya había llegado a Galicia y con el que se podrían haber evitado muchas muertes, el paciente optó por pagarle al cura unos responsos a San Antonio. La infección se propagó y acabó muriendo.

-¿Por qué el título de "Pacientes pobres, médicos tristes" para su libro?

-Porque ese contexto de pobreza material y cultural y de infraestructuras hacía también muy difícil el trabajo de unos profesionales sacrificados. Se llamaba al médico cuando la situación era muy difícil y ya había fallado el curandero. El médico debía ir por caminos en los que el desplazamiento era lento, primero a caballo, luego en moto y avanzado el siglo de nuevo a caballo, porque se hacían pistas para cuidar los pinos, pero no para que los médicos llegaran antes al enfermo. Claro que al final, en medio del drama, había una mayor resignación ante la muerte.

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