"La verdad es que hace falta valor para tirarlo al contenedor, y además al lado de casa", criticaba ayer indignada Justa Rodríguez, una hostelera de la zona que ayudó a rescatar al bebé aquel domingo de septiembre, tras enterarse de que la madre vive a la vuelta de la esquina. Pero ni Justa, ni Saray Iglesias, la joven que se introdujo en el contenedor para sacar al recién nacido, habrían podido auxiliarle si la providencia no hubiese llevado a José Manuel Camiña a rebuscar, precisamente en ese contenedor, de una calle que en aquel momento estaba prácticamente desierta.

La buena suerte quiso que este vecino de Covadonga que se dedica a buscar chatarra en la basura para ganarse la vida abriese, minutos después de que el niño fuese arrojado, la tapa del contenedor y cogiese la bolsa en la que lo habían metido. Alertado y sorprendido por el suceso, tal y como confesó a Faro de Vigo al día siguiente de encontrar al niño, informó del hallazgo a Saray y a su marido, una joven pareja que tenía su coche aparcado en la calle y que, en aquel momento, pasaba por allí. Saray explicaba que al principio no se fiaron mucho de lo que José Manuel les contaba, "pero insistía tanto que decidimos mirar", recordaba la joven.

Y cuando abrieron el contenedor, allí estaba el bebé. "Mi hija pequeña iba con nosotros y se asustó. Fue entonces cuando fuimos a buscar a mi padre al bar Avellás y le contamos también a Justa lo que pasaba". Entre las dos mujeres rescataban así al pequeño que no reaccionó hasta notar el contacto con seres humanos.