La media de edad de los residentes en Santa Cruz no es nada elevada, de apenas 40 años. Para muchos de ellos, que son autónomos, el centro funciona solo como apoyo. "Ellos salen a hacer sus recados y visitar a sus familias", indicaba la directora. Y aunque las estancias son largas, precisamente por su juventud, y la adaptación es dura, con el tiempo el centro se convierte en su casa y los otros internos trabajadores en su familia. "A veces se van de vacaciones unos días y vuelven antes de tiempo, porque extrañan el lugar que se ha convertido en su hogar".