Saray Iglesias y Rodrigo Pereira olvidaron el patinete de su hija en el coche, un descuido que salvó una vida. "Después de comer nos acordamos y volvimos a buscarlo", recordaba esta joven madre de 21 años. Su vehículo estaba aparcado junto a los contenedores de la Río Bibei. Fue allí donde José Manuel Camiña les avisó de lo que había visto en el de los residuos orgánicos.

Confiesan que al principio dudaron de su palabra. "Nos insistió tanto que le dije a mi marido, tenemos que ver si es verdad", recordaba Saray Iglesias sobre el tenso momento.

En un primer vistazo, y ante la inmovilidad del niño, creyeron que estaba muerto. "Pero me acerqué y vi que respiraba". Y apremió a su marido: "Diles que apuren, aún podemos salvarlo". No se atrevían a tocarlo por temor a hacerle daño: "Pensamos que podía tener algo roto". Para entonces, Justa Rodríguez, propietaria de un bar de la zona, ya estaba en el lugar y animó a la joven a dar el paso. "Ella me impulsó y entré en el contenedor", recordaba. Saray Iglesias rescató al fin al niño del fondo: "No reaccionó hasta que lo cogí en brazos y emitió un quejido leve". Aunque ellos fueron los que rescataron al bebé, reconocía que el aviso del indigente fue determinante: "El niño no lloraba. Si él no lo ve, nadie lo hubiera salvado".