Los miembros del jurado popular que resulte elegido para resolver el enigmático crimen del holandés de Petín deberán dilucidar hasta qué punto estuvo implicado en el suceso el hermano del autor confeso del disparo. Del veredicto dependerá, en caso de que sea de culpabilidad, que Julio R.G. vaya a la cárcel o no.

Su hermano Juan Carlos, que padece una leve discapacidad intelectual, reconoció que apretó el gatillo y está en prisión provisional desde noviembre de 2014, pero Julio ha permanecido en libertad todo este tiempo bajo la consideración de supuesto encubridor, un delito por el que podría librarse de la cárcel ya que la ley exime de condena a los familiares que ocultan los delitos de un pariente. No obstante, el papel que jugó en la muerte del holandés está todavía por escribir.

En cuestión de semanas se fijará la fecha en la que ambos se sienten en el banquillo de los acusados de la Audiencia Provincial para ser juzgados por la muerte del holandés Martin Verfondern, de 52 años, en noviembre de 2010. Fue abatido de un disparo cuando regresaba a su casa en su Chevrolet Blazer. Ni el vehículo ni el cadáver fueron hallados hasta cuatro años después, en junio de 2014. Fueron localizados en una zona sin tránsito a 18,5 kilómetros de Santoalla. El todoterreno estaba oculto entre unos pinos y a 95 metros aparecieron los restos del cuerpo, que había sido quemado y devorado por las alimañas.

Durante todo este tiempo, la desaparición del holandés fue un caso sin resolver envuelto de misterio. Un helicóptero en labores de extinción de incendios encontró vehículo el 17 de junio de 2014 y los agentes de la Guardia Civil hicieron el resto. Las averiguaciones posteriores señalaron a los dos hermanos, enemigos manifiestos del holandés, a quien la propia víctima había señalado en vida y de quienes siempre sospechó su viuda.

El fiscal que lleva el caso, Miguel Ángel Ruiz, ha introducido en su escrito de acusación las dos únicas opciones posibles, a su juicio, que dibujarían el relato de lo sucedido aquel 19 de enero de 2010 en el que Martin Verfondern murió de un disparo de escopeta.

Será el jurado en su veredicto el que determine, en base a los testimonios y pruebas periciales que se desarrollen en la vista oral, si Juan Carlos G.R. actuó por su propia iniciativa contando 'a posteriori' con el apoyo de su hermano Julio para deshacerse del cadáver y ocultar el delito, o si fue el propio Julio el que ideó el plan y ambos, de mutuo acuerdo, pactaron acabar con la vida de Martin repartiéndose los papeles.

El fiscal mantiene como tesis principal la primera, por la que solicita una pena de 17 años de prisión para Juan Carlos R.G. como presunto autor de un delito de asesinato. Para Julio R.G., acusado de encubrimiento, el fiscal interesaría la aplicación del artículo 454 que le eximiría de responsabilidad penal por ser familiar.

Pero alternativamente, si en base a la prueba practicada en el juicio resulta probado que el asesinato fue pactado entre los dos hermanos y que ambos son coautores, el fiscal solicita que Julio sea condenado también a pena de prisión, concretamente, a 18 años de cárcel. El hecho de que para Juan Carlos solicite un año menos se debe a la aplicación de la atenuante poco cualificada por discapacidad.

También propone que, en caso de ser condenados por asesinato, no puedan residir en Petín ni aproximarse a una distancia de 300 metros ni comunicarse con la viuda de la víctima durante un período de 25 años.

Martin Verfondern y Margot Pool se instalaron en la aldea de Santoalla, Petín, en mayo de 1997. Habían viajado por varios países pero esta aldea perdida en la montaña ourensana les ofreció la tranquilidad que buscaban. Sus únicos vecinos eran un matrimonio y su hijo, el ahora acusado Juan Carlos R.G. Julio no residía en la aldea, pero acudía regularmente para ayudar en las labores agrícolas. La convivencia fue muy buena al principio y las dos familias llegaron incluso a participar en el documental "A Aldea". Todo bien hasta que Martin y Margo intentaron entrar en la comunidad de montes de la localidad. Fue ahí cuando comenzaron los conflictos.

Así lo recoge el escrito de acusación formalizado por el fiscal y las múltiples denuncias que el matrimonio cursó ante la Guardia Civil y el Juzgado. "Martin empezó a temer por su vida ante las múltiples amenazas de la familia vecina", relata, "llegando incluso a comenzar los trámites para contratar un seguro de vida". Ese mismo temor le llevó a portar una cámara de vídeo en la que grababa los encuentros con sus vecinos, material que será utilizado como prueba en el juicio. "Voy a por ti. Que estás muy gordo ya para matarte", le dice Juan Carlos R.G. en una de las secuencias que Verfondern envió al diario El País cuatro meses antes de desaparecer misteriosamente.

El 4 de diciembre de 2009, la Audiencia Provincial confirmó la sentencia que obligaba definitivamente a considerar a Martin comunero. Al mes siguiente desapareció. El fiscal sostiene que Juan Carlos R.G., aprovechó que Margo Pool estaba en Holanda para cometer el crimen. Lo esperó al a entrada del pueblo, forzó la detención del vehículo y le disparó con la escopeta. Minutos después apareció Julio en el tractor y le ayudó a deshacerse del cadáver.