Sin agua potable en el grifo. Así vivieron la jornada de ayer los vecinos del concello de Verín. El alcalde, Gerardo Seoane, aclaró que el abastecimiento no faltó en "ningún momento", pero el líquido elemento salía turbio, amarronado y con un olor desagradable. Ante esta situación, originada por un vertido de materia orgánica que las fuertes lluvias acumularon en el río, el regidor emitió un bando que avisaba de que el agua de la traída no era apta para el consumo humano. Horas después, un baipás colocado en la presa de la playa fluvial ofrecía "una solución provisional al problema", apuntaba, y el agua comenzaba a salir más clara.

Una vez que los técnicos municipales procedieron a la captación en este punto, el alcalde daba por solucionado el problema. "Por prudencia todavía no haremos una comunicación oficial a los vecinos, pero seguramente podrán volver a consumir el agua del abastecimiento entre esta noche y mañana por la mañana", aseveraba ayer por la tarde. En el bando que se hacía público a las 11.30 horas se explicaba que habían sido "las fuertes lluvias, la sequía y el actual estado del terreno derivado de los últimos incendios" las causantes de la alerta.

Vecinos afectados

Los vecinos se vieron obligados a adaptar sus quehaceres y rutinas ante la falta de agua potable. Vicente Casado, del restaurante A Fonte, situado en la avenida de Sousas, confesaba que su día había sido algo más ajetreado de lo habitual. "Menos mal que tenemos el supermercado cerca, porque llevamos toda el día carretando garrafas de cinco litros para poder preparar la comida de los clientes", comentaba. Este hostelero reconocía que el agua valía para lavar o hacer uso de los baños, pero preparar los cafés para los clientes era un problema. "La cafetera está conectada al agua de la traída, así que tuvimos que acoplar la goma también a una garrafa para usar agua limpia", lamentaba el vecino.

En A Tasquiña, un establecimiento situado en la misma calle, su propietaria, Elisabeth León, reconocía que el lunes había sido más bien tranquilo a pesar de los inconvenientes generados por la turbidez del agua de la traída. El funcionamiento de su negocio apenas se vio afectado. "El único problema es que, al usar el lavavajillas, sí que desprendía un olor un poco desagradable, pero con todos los productos que utilizamos y la alta temperatura a la que sale el agua, no supuso mayor problema", explicó esta hostelera.