El vicepresidente del Ateneo, Pablo González Prieto, reconoce que "la parte social de la entidad está aniquilada". Cuenta con espacios para realizar actividades, en las instalaciones del Centro Cultural Marcos Valcárcel que le ha cedido la Diputación, pero "no tenemos un espacio para que los socios puedan venir por allí, para reunirse, hacer tertulias y tomar café". Y la situación todavía se ha agravado más durante el actual mes de agosto, dado que el Centro Cultural permanece cerrado por las tardes.
Tiene un enorme mérito que los cien socios que mantiene el Ateneo -de los 600 que sumaba cuando permanecía en la entreplanta de la Torre de Ourense- continúan pagando sus cuotas, de 16 euros al mes. Han adoptado esta actitud casi heroica, para que siga cobrando su salario la secretaria y abonar los gastos de teléfono.
En la actualidad, el Ateneo mantiene la biblioteca en un almacén de Vilamarín cedido por la Diputación, el mobiliario en varios bajos de la ciudad, cedidos por particulares, y los cuadros, en un local del Concello de Ourense.
Pablo González confía que el Ateneo pueda instalarse en el edificio de la Biblioteca Pública de la rúa Concello, en el primer semestre del próximo año, para que la sociedad "no se vaya diluyendo y perdiendo entidad, hasta que quede reducida a la mínima expresión y que no seamos nada ya".
Pese a todos los reveses que acumula la entidad, el vicepresidente no se da por vencido: "Si no tuviéramos esperanza, no le estaríamos dedicando tantísimo esfuerzo. El esfuerzo que estamos realizando es enorme. Hay que tener en cuenta que la directiva permanece en funciones desde hace dos años".
La situación es muy desalentadora, pero esta crisis también tiene su pequeña parte positiva. "Como no pagamos local, ni luz, ni agua, ahora nos estamos recuperando, desde el punto de vista económico".
El vicepresidente apuesta porque el Ateneo tenga una renovación, con gente joven, para imprimirle una nueva orientación en el futuro.
