| De entre las decenas de viviendas salpicadas por el amplio perímetro que afectó el incendio, la que vio el fuego más cerca fue la de José Alvarez, en A Regada, Vilardevós, alejada del pueblo y al lado del monte. Allí tiene una impresionante vivienda y finca de recreo y el fuego llegó justo hasta sus muros, e hizo pasar a su familia "horas muy difíciles; tenía conejos, y aves que murieron asfixiadas o carbonizadas, los perros y ovejas se salvaron milagrosamente", afirma. Pero después del mal trago "me siento satisfecho porque nosotros y la casa están perfectas y todo eso se lo debemos a los de equipos de extinción" afirma, "no tengo palabras para ellos. No se merecen una sola crítica". En la foto, José, en el entorno exterior de su vivivenda.