Sobre todo fritos, pero también en tortilla, rellenos de bonito o carne, en croquetas y hasta de postre, convertidos en helado. Los pimientos son los protagonistas indiscutibles en Arnoia estos días, concello que ayer inauguraba la 38ª edición de su fiesta de exaltación. Su alcalde, Rodrigo Aparicio, calculaba que se están sirviendo "entre 3.000 y 4.000 kilos", en las jornadas de ayer y hoy, lo que hace "imposible" encontrar y menos degustar pimiento de esta variedad estos días, si no es en la propia fiesta.

Cerca de cuatro toneladas de este producto de origen protegido, de las que darán buena cuenta al menos 10.000 asistentes, según las cifras que maneja el regidor del municipio. Aunque este año esperan "superarse, presentando un cartel más fuerte", y conseguir así traspasar la barrera de los 12.000.

Entre las herramientas para conseguir aumentar la concurrencia, además de la buena comida, se encuentra una de las novedades de esta edición, el festival "Arnoia con humor". "El domingo por la noche, a las 22.30 horas, tendremos una gala con tres humoristas, Isi, Federico Pérez y Marcos Pereiro, y si triunfa mantendremos el evento en futuras ediciones", comentaba Rodrigo Aparicio. Tal y como habría ocurrido con el Festival de Pandereteiras Arnoia Viva, "lo incluimos por primera vez hace tres años y ahí sigue en el programa", afirmaba el alcalde. El evento musical se celebrará precisamente esta noche, a partir de las 22.00 horas y finalizará con un concierto de Leilía.

Los fogones se encendían ayer a eso de las 20:30 horas en presencia de la directora de Turismo de Galicia, Nava Castro, y Serxio Pazos sustituía como pregonero a Luis Zahera que finalmente, y por motivos de salud, no pudo dar el pistoletazo de salida a la fiesta. Unos festejos que también incluyeron la música de la Lira de Ribadavia y la orquesta Panorama.

Los que no faltaron fueron los vecinos de Arnoia, "sin los que sería imposible celebrar la fiesta tal y como la conocemos hoy", reconocía Rodrigo Aparicio. Así, casi 160 habitantes del municipio cocinan en un total de cinco turnos de trabajo, de cuatro horas de duración, para que nadie se quede sin probar lo mejor de su huerta.