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En la historia clínica de Isabel Fuentes había un teléfono para avisar a la Guardia Civil

La mujer aún no hablaba pero "entendía a su manera" y "estaba más despierta" - El personal sanitario dice que el marido se mostraba, en su presencia, "cariñoso y amable"

El presunto asesino, Aniceto Rodríguez Caneiro, ayer, en la segunda sesión del juicio que celebra la Audiencia Provincial. // Brais Lorenzo

Habría sobrevivido a una agresión brutal en casa, un mes antes, que la dejó muy grave. Llevaba 10 días en planta con una buena evolución. "Yo creo que entendía a su manera", dice una de las enfermeras que trabajaban la noche del crimen. "No hablaba ni emitía sonidos, pero últimamente estaba más despierta", añade una compañera. La noche anterior estaba "incómoda" y el marido "colaboró" para colocarla mejor enla cama. Isabel Fuentes fue asesinada presuntamente por su marido entre las 4.30 horas y las 6,15 del 8 de mayo de 2015, el intervalo entre las visitas de una de las profesionales a la habitación 417 del Complexo Hospitalario Universitario de Ourense (CHUO). A las 4.30, Aniceto dormía en los dos sillones unidos del cuarto. Todo era normal. Cuando regresó para cambiarle la alimentación y ponerle medicación dos horas más tarde, la enfermera se encontró con una escena terrible. Isabel estaba muerta en la cama, con sangre en su zona abdominal y torácica. En el suelo yacía, boca abajo y junto a la cama, Aniceto Rodríguez, herido tras matar a su esposa y lesionarse en el cuello con el mismo cuchillo, según las acusaciones. La compañera de habitación -ya ha fallecido-, dormía de espaldas a la escena brutal.

La Guardia Civil había pedido al juez, sin éxito, que autorizara pinchar el teléfono y restringir las visitas al CHUO del marido, del que sospechaba desde el principio por el intento de asesinato previo de Isabel Fuentes en el domicilio conyugal de Pazos (Verín). La Policía Judicial también solicitó a los médicos prolongar lo máximo posible la estancia de la herida en el servicio de reanimación, así como que mantuvieran a los investigadores informados sobre los tiempos de recuperación. El 29 de abril, Isabel Fuentes fue trasladada a planta. En su historia clínica estaba anotado el número de teléfono de un agente, para que fuera avisado si era preciso. Aunque, ayer, en la segunda sesión del juicio por este crimen machista, una de las enfermeras manifestó en el estrado que "no existía ninguna instrucción formal".

La inspección ocular

Aniceto, que todavía respiraba cuando llegó el personal sanitario, tuvo que ser intervenido porque las lesiones que se infligió le causaron un ictus. Estaba junto a un charco de sangre, boca abajo, precisaron los testigos. La defensa discute la custodia del arma del crimen, un cuchillo de mango amarillo que, según el personal sanitario, estaba en el suelo, bajo la cama. Ayer fue exhibido en el juicio. Las profesionales sanitarias y los policías confirmaron que se trataba del que vieron o "uno muy parecido".

Ninguna de las enfermeras que estaban de servicio esa noche ni los agentes policiales que intervinieron tras el crimen han clarificado quién recogió el utensilio del suelo. Cuando llegó la Policía Nacional a la habitación del crimen para hacer la inspección ocular, el arma ya había sido recogida e introducida en una bolsa. Fue fotografiada encima de la cama, en dicho envoltorio, así como en la comisaría El personal les señaló el lugar del suelo donde estaba, según el coordinador de servicio de noches, pero en ningún caso fue colocada a posteriori en la escena de los hechos, afirmaron los agentes de comisaría, en su declaración de ayer. Los análisis del perfil genético de la sangre hallada en el filo se expondrán hoy.

Nueve testigos

En la segunda sesión celebrada ayer prestaron declaración un total de 9 testigos. Entre ellos, el vecino que llevó en coche al presunto asesino y a una vecina al CHUO, tras el primer ataque en casa. El hombre, cuyo testimonio fue propuesto por la defensa, sostiene que Aniceto era "un hombre derrotado y nervioso". Si bien, el fiscal formuló preguntas para que el testigo añadiera que el estado que observó en el marido no era el de alguien con un trastorno, sino "el propio de una persona que sufre una situación dura".

Frente a la petición de atenuante o eximente de trastorno mental transitorio, las enfermeras que trataron con el marido los días en que acompañó a Isabel Fuentes en el hospital, coinciden en que su comportamiento era "normal". No notaron "nada raro" que denotar una alteración psicológica. Según una de las profesionales, su actitud "era cariñosa y amable con ella, todo el tiempo", en su presencia.

Otra trabajadora aseguró que, solo 4 días antes del crimen, tuvo que consolar a Aniceto Rodríguez, que se derrumbó ante ella. "Dijo que su mujer se iba a morir y que la necesitaba", según esta testigo.

Isabel Fuentes tenía una traqueotomía. Uno de los días posteriores a su ingreso en planta -era domingo por la mañana-, la cánula estaba retirada. Al personal le pareció extraño pero no le dieron más importancia, ya que a veces sucede. La víctima tenía una de las manos sujetas.

La nota manuscrita de Aniceto

En el bolsillo de una chaqueta apareció una nota manuscrita por ambas caras. Las partes no entraron ayer en el contenido de la misiva, cuya autoría admitió con lagunas el encausado en la fase de instrucción, al igual que el primer ataque y el asesinato, a pesar de las vaguedades. Una especie de confesión que corrigió en el juicio, declarándose anteayer inocente y asegurando que no recuerda. En la carta de su puño y letra echaba la culpa a un vecino por declarar mal en su contra, decía que a Isabel le habían dado un golpe y además mostraba su intención de que los enterraran a ambos juntos.

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