Los brutales golpes que recibió Isabel Fuentes en la cabeza durante la noche del 1 al 2 de abril de 2015 mientras veía la televisión recostada en el sofá de su casa de Pazos, Verín, fueron lo suficientemente violentos como para matarla. El instrumento utilizado era grande y contundente, posiblemente un martillo, y el ataque por la espalda pretendía "anular a la víctima lo antes posible". Así lo manifestaron ayer, ante el tribunal de la Audiencia, los forenses que realizaron los informes sobre los dos ataques que sufrió Isabel Fuentes, de 66 años, presuntamente a manos de su marido, Aniceto Rodríguez.

El primero en el domicilio conyugal, aunque su esposo presuntamente intentó simular un robo, y el segundo cinco semanas después en el hospital, donde la remató a cuchilladas la madrugada del 8 de mayo cuando la mujer presentaba síntomas de mejoría tras haber salido del coma.

La pericial forense celebrada ayer es una prueba anticipada al juicio que se celebrará del 19 al 22 de junio. Se adelantó a petición de uno de los profesionales, que estará ausente en esas fechas y fue practicada por Fernando Serrulla y Julio Jiménez. La prueba preconstituida motivó que el acusado, que actualmente se encuentra en prisión provisional, ocupase el banquillo de los acusados, aunque no se le tomó declaración ni las partes se dirigieron a él. De hecho, los forenses aclararon que ellos podían describir la mecánica de las lesiones y el tipo de heridas sufridas por la víctima pero no determinar quién fue el autor.

El informe de la primera agresión, en la que el marido denunció que su mujer había sido agredida durante un asalto a la vivienda mientras él dormía, refleja al menos tres golpes en el lateral derecho de la cabeza compatibles con estar tumbada en el sofá. Uno de ellos era de menor intensidad pero los otros dos provocaron el hundimiento del cráneo y la pérdida de masa encefálica. Uno de los forenses precisó que le llamó "poderosamente" la atención que esa agresión se hubiese producido en el marco de un robo, ya que los golpes no concuerdan con la tipología común de las lesiones por robo. El ataque "va dirigido contra ella", apuntó.

El hecho es que Isabel Fuentes no tuvo tiempo de reacción, apenas pudo llevarse la mano a la cabeza cuando recibió el primer golpe pero el segundo y el tercero le hicieron perder el conocimiento rápidamente.

Al no lograr su propósito, alegan tanto la Fiscalía como la acusación particular, que piden para Aniceto Rodríguez penas de prisión de entre 39 y 49 años, el acusado la remató en el hospital cuando se recuperaba lentamente en una habitación del CHUO. Los forenses no pudieron afirmar con certeza si Isabel se habría puesto bien del todo. "La recuperación neurológica es muy individualizada, depende de cada caso, en este caso se produjo una pérdida de masa encefálica de la parte central del cerebro, donde están los recuerdos; es posible que no recordara nada". En todo caso, el agresor no esperó a que ella empezase a relacionar. Le asestó dos cuchilladas. La primera fue superficial, de "tanteo", pero en la segunda le clavó la hoja de 14 centímetros profundamente en el tórax y, sin llegar a sacarla del todo, realizó varias trayectorias que seccionaron cartílagos costales, afectaron al pulmón y al corazón y le provocaron la muerte. Después, Aniceto se autolesionó y sufrió un ictus que ha mermado su capacidad pero que no le impide responder ante la justicia por estos hechos.

El brutal asesinato en la habitación del hospital destapó que la policía judicial ya sospechaba que los golpes en la cabeza que sufrió Isabel un mes antes nada tenían que ver con un intento de robo como él había denunciado aquella noche ante la Guardia Civil, sino un primer intento de acabar con la vida de su mujer, a la que finalmente pudo rematar en la cama del hospital porque no se dictó ninguna orden de protección sobre la víctima.

El caso de violencia de género que conmocionó a la sociedad ourensana llega dos años después a la Audiencia Provincial arrancando con esta prueba pericial anticipada para continuar con el procedimiento normal entre el 19 y el 22 de junio.

Aniceto Rodríguez se enfrenta a peticiones de condena de 39 a 49 años de prisión por los delitos de intento de asesinato y asesinato consumado. La defensa, por su parte, propone una pena de siete años, tres por lesiones y cuatro por homicidio, aplicando en este último caso la circunstancia de trastorno mental transitorio. Su representante legal, el abogado Jorge Temes, manifestó ayer que las penas solicitadas por la acusación le parecen "excesivas". Tras la prueba pericial, la defensa admite que las heridas reflejan la "intención de matar" pero, añade el letrado en referencia al primer ataque, "también es verdad que si no fuese porque llamó Aniceto y vinieron los servicios sanitarios habría muerto".