El cardenal emérito de Sevilla, Carlos Amigo, presidió la Ofrenda Floral de Fátima, en la que participaron en torno a mil mujeres. Portaban flores, sobre todo gladiolos, claveles blancos y rosas rojas, una por cada hijo -incluidos los fallecidos, por enfermedades o accidentes-. Todas esas flores se utilizan para adornar la carroza en la que se traslada la Virgen hasta la catedral de Ourense, en la procesión de Antorchas, que parte hoy del santuario a las 10.45 horas, con 30.000 o 40.000 personas, la mayor parte de ellas portando transistores, para escuchar los cánticos y oraciones.

La afluencia a la ofrenda floral fue tan grande, que algunas personas tuvieron que quedarse a las puertas de la iglesia para seguir la ceremonia por la megafonía. El acto contó con la intervención de tres niñas, que leyeron poesías a sus madres y a la Virgen de Fátima. También habló una madre, Marisa, y una abuela, Rosa. El sacerdote y compositor Antonio Fernández León cantó la canción de la madre. Posteriormente rezaron el rosario.

La devoción a la Virgen de Fátima ha calado tanto en O Couto, que los vecinos de este barrio de la ciudad realizan cambios en su calendario laboral para participar en las ceremonias más relevantes de la novena. La razón es que este fue un santuario construido con las aportaciones que realizaron personas de toda la diócesis, por la que peregrinó la talla de la Virgen en los años cincuenta, realizada por José Ferreira, el mismo autor que hizo la imagen del santuario luso donde hubo las apariciones hace cien años. Hay familias que dicen que "tienen una piedra en el santuario", por las aportaciones que realizaron, destaca el sacerdote César González.

Permanecen al frente de la parroquia, César González y Celso Rodríguez, que consiguen meter cada domingo en la iglesia cerca de 3.000 personas, en las cuatro misas que ofrecen. El barrio cuenta con 22.000 habitantes.

El copárroco César González destaca "la belleza" de la talla de Fátima, realizada en madera y resina. "Esta es de las más conseguidas. Transmite una sensación de paz y de serenidad".

La gente suele hacer donativos, por las gracias logradas -sobre todo cuando sufren alguna enfermedad-, con los que se mantiene el santuario durante todo el año. Pero no regalan mantos para la Virgen, porque la talla ya lo lleva incorporado.