Ocho sacerdotes celebraron ayer las Bodas de Oro, doce las Bodas de Diamante y uno las Bodas de Plata, en el transcurso de una misa presidida por el obispo en la iglesia del Seminario Mayor, Leonardo Lemos Montanet. Contó con la participación del secretario general de la Conferencia Episcopal, José María Gil Tamayo.

De los ocho sacerdotes que celebraron las Bodas de Oro -después de ejercer 50 años el sacerdocio-, Lisardo Álvarez Rúa permanece al frente de las parroquias de Castro de Beiro, Santa María de Beiro, Palmés y Trasalba, Laureano Conde Santamaría tiene a su cargo las parroquias de San Xoán de Seixadas y Santa María do Mundil, Manuel Crespo González permanece como párroco de San Xoán de Paradela, San Pedro Fiz, San Pedro de Vilar y San Pedro Fiz de Carpazás, Antonio Fernández León está de párroco en San Bernabé de A Valenzá, Camilo Penín Alonso continúa al frente de las parroquias de Santa María de Cualedro, Santa María de Pena Verde y de San Salvador de Vilar de Lebres, José Luis Rivera Vázquez tiene a su cargo las parroquias de Santa María de Melón y Quins, y Ramón Veloso Vello continúa como párroco de San Antón de Feás, San Pedro de Regueiro y San Silvestre de Carballeda. Adolfo Fernández Fernández está jubilado.

De los doce curas que hicieron las Bodas de Diamante -han cumplido 60 años como sacerdotes-, permanecen en activo José Canal Sánchez, en la unidad de atención parroquial de Allariz; Juan González Nóvoa, en O Lago, cerca de Maside; Agustín Leiro Mosquera, en Barbantes-Estación; Cesáreo Lourido Díaz, en Santa Marta de Moreiras y San Martiño de Moreiras; Heriberto Redondo García, en Santa María de Podentes. Ricardo González Pereira, Perfecto González Sulleiro, Emerio Montero Viso, Benigno Moure Cortés, Benigno Sierra Fernández, José Temes Vázquez y Antonio García Díaz están jubilados o fuera de la diócesis.

Luis Manuel Cuña Ramos celebró las Bodas de Plata -ejerce el sacerdocio desde hace 25 años-. Tiene su destino en Roma, en la Congregación para la Causa de la Evangelización de los Pueblos.

El vicario de Pastoral, Francisco Pernas, dedica a todos ellos "palabras de gratitud, por permanecer tantos años dedicados al servicio de la Iglesia y por el testimonio que nos dan a todos nosotros. A pesar de los años, del cansancio y de las diferentes épocas que han vivido a lo largo de la historia de la Iglesia, han sido hombres fieles, que han amado a la Iglesia, la han servido y se han entregado y gastado su vida por pronunciar el Evangelio. Eso es lo mejor que le podemos decir en este momento".

Francisco Pernas reconoce que "algunos tienen un estado de salud bastante delicado, pero siguen entregando su vida hasta el final. De tal manera que están al servicio de sus fieles, al servicio de la Iglesia y realizan una labor importante, sino muchas parroquias probablemente no podían tener la celebración de la eucaristía dominical".