Empezaron de malos modos, armando un altercado en un bar de Verín, y terminaron agrediendo a padre e hijo hosteleros, dejando al camarero inconsciente de un botellazo en la cabeza, y causando desperfectos en el local. Los responsables son cuatro individuos que ayer fueron a juicio y se conformaron con la acusación, beneficiándose de una rebaja de condena a un total de 2 años de prisión que no cumplirán (uno por cada delito de lesiones). Han de pagar, además, 150 euros de multa por una falta de lesiones. Los agresores son Manuel S. S. (33 años), Arturo Francisco S. R. (36), Carlos R. M. (44) y Josué S. R., el más joven (23).

A última hora de la tarde del 12 de enero de 2015, los agresores entraron en el bar y comenzaron a dar puñetazos y golpes con vasos y botellas en la barra del bar. El hostelero les llamó la atención, pero los imputados, lejos de calmarse, fueron a más.

El más joven entró en el interior de la barra y dio un fuerte puñetazo al dueño, que perdió el equilibrio. El resto del grupo se introdujo también en la barra y propinaron puñetazos a padre e hijo hosteleros, golpeándolos con las botellas del local en la cabeza. Los acusados propinaron un golpe con una de ellas al camarero del establecimiento, provocando su caída fulminante al suelo y que perdiera la consciencia.

El altercado causó desperfectos en el local, que fueron indemnizados a los propietarios por la aseguradora, aunque el escrito de acusación de la Fiscalía deja claro que la compañía se reserva ejercer acciones civiles para que los acusados paguen. Dos días después de la agresión, el juzgado emitió un auto prohibiendo a los 4 acusados que se acercaran a menos de 100 metros de distancia del bar y de las propias víctimas.

Como consecuencia de la agresión, los hosteleros sufrieron, respectivamente, una herida incisa que requirió 3 grapas, así como un traumatismo craneoencefálico y una contusión nasal. El empleado sufrió contusión y erosión frontal, cervicalgia mecánica por contractura muscular paravertebral y síndrome vertiginoso periférico. Le ha quedado como secuela estrés postraumático.