José Alén, el hombre con demencia que fue detenido por matar a su mujer, Virginia Ferradás, en O Carballiño, a finales de enero, lleva varias semanas en el módulo penitenciario de la cárcel ourensana de Pereiro de Aguiar. Su situación es la de un preso preventivo por un crimen catalogado por el Gobierno como violencia machista, pero cuya trascendencia penal aún está por definirse, dado el estado mental del homicida. La magistrada de Instrucción 2 de O Carballiño encargó pruebas psiquiátricas al Instituto de Medicina Legal (Imelga), para que los expertos evalúen sus capacidades y grado de comprensión de los hechos. Dos forenses estudian a José Alén hasta llegar a la conclusión de si puede ir a juicio, comprender a qué se enfrenta y sentarse en el banquillo de acusados. Miden su imputabilidad.

Al tratarse de un sumario, han de informar dos especialistas del Imelga. La evaluación, que está en proceso a la espera de pruebas, incluye entrevistas con el investigado, estudios psicométricos, valoración de la historia médica y todas las pruebas clínicas necesarias.

La magistrada acordó el 1 de febrero la reclusión, comunicada y sin fianza de José Alén, tal y como había solicitado el fiscal. Con matices que distancian este caso del de cualquier otro homicidio. Tras la detención, José Alén no era consciente del crimen que presuntamente cometió. ¿Qué le pasó a tu mujer?, preguntaron los agentes al marido. "Está bien, en la habitación", contestó él, según las fuentes consultadas por este periódico.

El presunto autor de los hechos padece una demencia frontotemporal, una enfermedad neurodegenerativa que puede acompañarse de brotes de agresividad e incluso de alucinaciones, según los expertos. El hombre ya había sido diagnosticado inicialmente pero continuaba en estudio en el área de salud mental. La víctima había detectado cambios de conducta que precipitaron el regreso del matrimonio de Suiza para establecerse definitivamente en O Carballiño.

La víctima, Virginia Ferradás, pidió ayuda a los servicios sociales del Concello de O Carballiño para que una asistenta en el hogar la ayudara a cuidarlo. El 18 de enero, once días antes de los hechos, el hombre se encaramó al tejado y permaneció allí varias horas. José Alén fue atendido después en el servicio de urgencias pero recibió el alta y volvió a casa, junto a su mujer, a las pocas horas. Tras el homicidio, personas del entorno de la víctima y representantes públicos apuntaron a posibles fallos en el protocolo de actuación con este tipo de enfermos de salud mental.

Tras la llamada de un familiar que llevaba horas sin noticias, la Guardia Civil y la Policía Local localizaron el cuerpo sin vida de Virginia Ferradás, de 55 años, sobre las 20.30 horas del domingo. Su cadá-ver estaba de rodillas, junto a la cama del dormitorio. Había sangre en su ropa y en el lecho, aunque la causa de la muerte fue un estrangulamiento, según el informe preliminar de la autopsia (el estudio definitivo aún no se ha incorporado a las diligencias del juzgado). Fuentes de la investigación apuntaron a la posible utilización de un fular o de una almohada como mecanismo de asfixia. Otras voces suponen que el marido pudo emplear el cable de la lámpara de la mesilla.

Sin medios para estos perfiles

Tras la comparecencia celebrada en el hospital tras el crimen para decidir sobre la prisión preventiva, la juez dejó la puerta abierta a que el hombre, de 59 años, termine en una cárcel con unidad psiquiátrica. Pero la falta de recursos del sistema salió a relucir, de nuevo. Alén está en la enfermería de la prisión provincial, para que reciba la atención médica que precise, porque en España solo hay dos prisiones con unidades psiquiátricas, Sevilla y Alicante, sin plazas suficientes y reservadas para reos que cuentan ya con una condena.