Rosangela Escobar es otro de los ejemplos de parejas jóvenes residentes en el antiguo poblado de viviendas de Renfe de Vilavella, que ha llegado a tantos kilómetros de su lugar de origen, por amor.

"Estaba viviendo en Ourense hacía un tiempo y allí conocí al que hoy es mi marido; cuando me planteó venirnos a vivir a Vilavella ni me lo pensé. Me vine con mi hijo Anxo, que se llama así en honor a sus bisabuelos, porque, vivir aquí y criar a tus hijos, es de lujo".

Las obra de la nueva línea del AVE han sido una de las principales fuentes de ingresos de la comarca, que casi difuminaron en los últimos años, en especial durante el momento de mayor apogeo de los proyectos constructivos, el paro de los jóvenes en toda A Gudiña y A Mezquita.

"Aquí somos casi como una familia, no te sientes sola y además la mayoría de nuestros maridos ya se conocían desde hace años en unos casos porque eran hijos de emigrantes que habían nacido aquí, o porque eran vecinos de la zona", explica Rosangela enamorada también de la tranquilidad de la zona.