Una de las fotografías más antiguas que se conservan de la ciudad de Ourense es la de la procesión de ramos, que salía por una puerta de la catedral, con devotos que llevaban ramos de laurel y olivo, y entraba por otra. Pero "era una procesión sin imagen", resalta el delegado de patrimonio de la diócesis, Miguel Ángel González.

Cuando el obispo Ángel Temiño intentó darle un impulso a la Semana Santa de Ourense, que se había quedado "un poco muerta", una de las primeras procesiones que se instauraron fue la del Domingo de Ramos, llamada de La Borriquilla, dedicada a los niños.

Para lograr este objetivo, Monseñor Temiño encargó al escultor Aldrey, de Santiago, una talla que "responde a una tipología de paso de La Borriquilla que hay en muchas partes de España. En otros casos se completa con otras imágenes, que representan a los niños alabando al Señor, o los discípulos poniendo los mantos sobre el suelo. Aquí se redujo a la figura principal, que es Jesús montado en la Borriquilla, tal como cuenta el Evangelio.

En los años sesenta, se organizaron las primeras procesiones de la Borriquilla, desde el parque de San Lázaro a la catedral, "con un gran éxito, por la participación de un importante número de niños".

El delegado de patrimonio de la diócesis reconoce que "es una imagen simpática", a pesar de que, desde el punto de vista artístico, "repite esquemas y no es muy original, pero es digna, porque este escultor había sido discípulo de Asorey".

La imagen de La Borriquilla de Ourense es de madera policromada. Durante el año, permanece expuesta en un paso de la Catedral, al final de la nave sur, y "despierta siempre interés y curiosidad". Hay gente que le pone flores, durante todo el año. La talla, de madera policromada, "representa a Jesús, una persona adulta, sobre un borriquillo, en actitud serena", detalla Miguel Ángel. Y agrega: "A eso se reduce, pero no se le puede pedir más a ese tipo de obra".

La antigua procesión de ramos, antes de la llegada de La Borriquilla en los años sesenta, se hacía con ramas de olivos y laureles. Las palmas aparecían raramente, como una cuestión exótica, salvo las que se encargaban a Elche. Desde hace siglos, "se pedía una palma muy historiada, muy realizada, muy adornada, que portaba el obispo ese día". Era una palma trenzada, que constituía una verdadera obra de arte. Más tarde, se empezaron a encargar palmas también para los canónigos de la catedral de Ourense, que "es lo que se sigue haciendo en la actualidad".

La catedral de Ourense realiza el pedido de palmas cada año en el mes de enero, porque la producción es limitada. "Las palmeras no dan todas las que quieren. Las tienen, de algún modo, numeradas. Y si no las pedimos nosotros, hay otros que las quieren. Por eso nos llaman, para confirmar el pedido", indica Miguel Ángel.

Después de esta celebración, era tradicional que el prelado colocara su palma en el balcón del Obispado y los canónigos las mostraran en el balcón de sus casas durante todo el año. También está indicado, que se calcinen las palmas, laureles y olivos del Domingo de Ramos para hacer las cenizas que se utilizan el Miércoles de Ceniza. Las palmas de la Catedral también se utilizan para adornar el monumento del Jueves Santo.

Miguel Ángel González recuerda otra tradición, que había en torno a esta fiesta, que era la de estrenar algo, en la procesión del Domingo de Ramos. Era costumbre estrenar algo, desde una camisa, a unos zapatos o unos calcetines. Había que ir de estrena. "El día de Ramos, el que no estrena, no tiene manos", decía el refrán.