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Una reforestación internacional trata de revivir el desierto de la Serra de Larouco

Vecinos de Cualedro y del norte de Portugal celebran el Día del Árbol con una plantación en el espacio de 4.000 hectáreas arrasado por el fuego en 2015 y 2016

Foto de familia de los vecinos participantes en la reforestación en la zona quemada. // Jesús Regal

Hace dos años, a finales del verano de 2015, una imparable oleada de incendios forestales, arrasó más de 3.200 hectáreas en la Serra do Larouco, un paraíso natural entre dos países España y norte de Portugal, que dejó calcinada la quinta parte de la superficie verde de ese concello y del resto de municipios limítrofes.

El incendio fue catalogado entonces como el más virulento del siglo. Un año después , en el verano de 2016, volvería repetirse, sumando en total 4.000 hectáreas calcinadas.

Como antídoto contra el desierto en el que se convirtió el paisaje de ese entorno de la provincia, ayer la Asociación de Vecinos Lucenza, uno de los pueblos de Cualedro que estuvo cercado por las llamas en aquellas fatídicas fechas, organizó el Día del Árbol.

Con este acto que contó con la participación de vecinos de ambos lados de la "raia" , el objetivo principal era visitar las zonas quemadas y plantar árboles para tratar de colaborar en la regeneración de este entorno. "Es nuestra aportación", explica Fernando Domínguez, presidente de la Asociación de Vecinos de Lucenza, "a la regeneración de una zona en la que ya quedaban entonces pocos vecinos, y que ahora vive con miedo ante la posibilidad de que aquello se repita".

La primera visita ayer, fue a un lugar de la Serra do Larouco conocido como Pedra Mouriña, donde el año pasado ya hicieron una plantación de castiñeiros, carballos y avellanos.

"Los niños le habían puesto una pizarra a cada uno con sus nombres, y nuestra labor fue la de reponer aquellos que se habían secado y sustituirlos por otros", explica el portavoz vecinal.

La jornada continuó luego con la plantación en otro entorno de la sierra, de esas 200 bellotas germinadas, que se espera den fruto dentro de unos meses y enraícen devolviendo a próximas generaciones (pues el árbol autóctono es de crecimiento lento) el patrimonio arbóreo que en cuestión de horas les arrebató el fuego.

También hubo plantación de árboles donados por Iberdrola, colaboradora de la iniciativa, y visita al "Banco de la esperanza".

Este banco, que comenzó llamándose "el banco más triste del mundo" por el paisaje desolador que podía divisarse desde allí tras los incendios 2015 , es ahora "El banco de la esperanza", explica Fernando. "El Concello y la asociación está preparando rutas y señalizado el acceso, pues es el símbolo de los daños que produce el fuego, y también de la esperanza, gracias a la regeneración que ha hecho la propia naturaleza y la mano del hombre", indica.

De hecho, en medio de ese páramo que dejó el fuego y que llevó durante días el nombre de Cualedro y su entorno por el mundo pues se calificó como uno de los más devastadores de Galicia, nada queda de aquellas plantaciones de pino que antes del fuego, pero sí empieza a tomar su lugar el monte bajo cambiando el color ceniza de la sierra. Ahora, mientras los vecinos plantan árboles, miran de reojo el calendario a la espera del temido verano.

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