Con 84 años a sus espaldas, un discurso sin papeles, y un aspecto envidiable, Benigno Moure reconoce que "estoy sereno y tranquilo; los elogios que me hayan podido decir hoy ni me acuerdo; hay que seguir trabajando".

Recuerda que hubo años difíciles, los de demostrar primero que su proyecto era necesario en Galicia, que había personas necesitadas y luego ya asentada la red asistencial y convertido en un entramado de peso, con hoteles balneario incluso, hoy gestionados por Caldaria, lo difícil fueron las etapas de denuncia en el juzgado, de un particular que creó luces y sombras en la trayectoria hasta entonces intocable, del dinámico inspirador de Fundación San Rosendo.

"Yo no guardo rencor alguno; las críticas cuando son a mi gestión si me preocupan; pero cuando son de origen político no me afectan", señalaba ayer.

Hay etapas que ya están superadas, como las del principio "cuando ibas a los pueblos a hablar de la posibilidad de abrir una residencia de mayores en el rural y los alcaldes no nos hacían caso. Ahora todos nos piden una en su pueblo, porque saben que no solo genera un servicio, no puestos de trabajo" explica.

Desde su atalaya advierte ahora de que "en la actualidad hay otros tipos de pobreza, y en medio de tanto barullo hay mucha soledad, incluso entre los jóvenes y ese es el gran problema que va a haber que atajar".