La jornada "entroideira" de ayer sirvió de estreno para dos de las figuras de mayor esplendor tradicional. En Verín aparecían los cigarróns, que se presentaron a la salida de misa para convertirse en los protagonistas de una fiesta a la que todavía le queda recorrido. Por su parte, las pantallas no quisieron ser menos, y fueron la gran atracción del domingo "corredoiro" en Xinzo.

El ciclo festivo del Entroido va cubriendo etapas y se prepara para los días grandes. De ahí que el bullicio festivo en esas dos localidades ourensanas, aprovechando un día soleado, superase las previsiones más optimistas. El colorido de los trajes de los cigarróns, al igual que sucede con el de las pantallas, recrea una tradición que se convierte en una de las atracciones turísticas de la provincia.

Y eso que falta por llegar la salida oficial de los peliqueiros de Laza, para de esa forma cerrar el "triángulo mágico" del Entroido ourensanos, esa ruta que une Xinzo, Verín y Laza. Un peregrinaje que cada año cuenta con más visitantes que se quieren sumar a una fiesta que va más allá de colocarse un disfraz.

Pero el Entroido irradia por toda la provincia, como es el caso de Vilariño de Conso y Viana do Bolo, con sus boteiros, y Manzaneda, con las "mazcaras", sus regueifas y folións o fuliones, en la zona oriental. También destacan los "troteiros" de Bande, que se adelantaron a la jornada del sábado.

Donde se está recuperando la tradición del Entroido es en la capital ourensana, que tiene como uno de sus puntos de referencia el núcleo etnográfico de Seixalbo, en la periferia. Allí hay dos protagonistas muy especiales, la pareja que perdura a todo tipos de moda: Paquita y Nicanor, que ayer salían en la compañía de un niño, con un guiño peculiar a la natalidad.

También está la figura de la "pita", una máscara que se recuperó y se convierte en una atracción más de este carnaval más urbano.