"Un poco de ciencia aleja de Dios, pero mucha ciencia devuelve a él" es una frase atribuida a Louis Pasteur, un químico francés al que se debe la técnica de la pasteurización, el proceso que garantiza la seguridad alimentaria de productos como la leche o el vino. Ciencia y fe, como en esa frase, cohabitan a la perfección en el seminario menor de Ourense, un centro de ESO y Bachillerato que forma en valores religiosos, pero en el que la mayoría de los profesores son laicos y muy pocos escolares aspiran a ser curas. Junto a las aulas características de cualquier instituto, el seminario menor de A Inmaculada esconde un tesoro para científicos, apasionados o curiosos, simplemente: un aula-museo de física y de historia natural que alberga cerca de 400 piezas de principios de siglo XX.

En este colegio de la Diócesis trabajan 21 profesores y estudian 85 alumnos de ESO y Bachillerato, incluidos los matriculados en segundo curso en el Seminario Mayor. Durante el periodo académico, el museo científico se aprovecha en contadas ocasiones para alguna explicación práctica a los estudiantes. Su potencial histórico y museístico está desaprovechado. El gabinete se inauguró en el año 1906 en la actual ubicación del Obispado, en la Rúa do Progreso. Importar las piezas de Francia costó 32.000 pesetas. El mobiliario y la instalación subieron la factura a 52.000. A Ourense había llegado un obispo navarro, Ilduain, convencido de que la física y la historia natural acrecentarían la formación intelectual de los seminaristas. "Lo primero que hizo fue montar el gabinete; era relativamente normal que a principios del siglo XX existiera ese interés por la ciencia", dice Amadeo Blanco, profesor de biología y dispuesto, por pasión personal, a mostrar el museo cuando alguien lo demanda.

El gabinete se mantuvo en el palacio del Obispado hasta su traslado al seminario menor en 1980, con un paso previo por el mayor. Alguno de los artilugios, los más frágiles, se rompieron en las mudanzas. Muchos se conservan intactos porque permanecen sólo en exhibición y no se usan desde hace décadas. El docente cree que con un nuevo impulso al aula se podría abrir a visitas de centros educativos de toda la provincia, puesto que se trata de una instalación bastante infrecuente. "El Instituto Otero Pedrayo tiene un museo similar, aunque con menos piezas, y en Santiago de Compostela existe otro", lo que no resta valor al catálogo de ingenios científicos almacenados en el aula del seminario menor de Ourense.

"Tenemos el espacio y una ubicación maravillosa, pero necesitaríamos un restaurador porque algunas piezas se dañaron. Además sería necesario disponer las piezas mejor, porque en la actualidad están todas amontonadas, y contar con una persona dedicada a recibir y guiar visitas. Para eso es necesario una inyección de dinero, pero nos dicen que no lo hay", relata Blanco, docente en el colegio religioso de A Inmaculada desde hace 15 años.

La entrada al gabinete es libre y gratuita. La visita descubre la vanguardia tecnológica de principios del siglo XX. Desde un raro microscopio solar y ópticos con más de 100 años a una máquina de electricidad, una bomba gigante para generar vacío o, según la nota informativa del museo, "un esqueleto de 1,90 metros de altura del que las leyendas dicen que perteneció a un Guardia Civil despistado".

Hace unos diez años se llevó a cabo un inventario de todas las herramientas y artilugios científicos. En total, el gabinete cuenta con 367 utensilios de física, casi todos del año 1096 y de fabricación francesa. Según indica el historiador Javier Torres en un texto publicado en Tempo de Lecer, se pueden contemplar extraños artilugios que fueron esenciales para la primera Revolución Industrial, como por ejemplo la utilización del vapor como fuente de energía. Las vitrinas están ocupadas por numerosas piezas que abarcan desde la óptica, la electricidad, el electromagnetismo, el sonido, la imagen, la mecánica, la energía o el calor. El museo tiene objetos restaurados como la máquina de Ramsden, la máquina de Bianchi, balanza de Roberval, el vaso de Tántalo, aparato de Haldat, tubo de Geissler, rompevejigas, maquetas de anomía, o un hombre clástico. "Ciencia y religión no son incompatibles para nada", zanja el profesor Blanco.