Las horas pasan y María Alvarez trata de no caer en el desánimo. "Hai que esperar e estar tranquilos, non queda outra que levalo como se poida aínda que un sempre se pon no malo", dice la mujer, preocupada. El secuestro de su hermano Miguel, un emigrante en Caracas (Venezuela) de 74 años, sigue sin respuestas. Mónica, la hija del desaparecido, es la fuente de información de la familia natural de Rubiás, la aldea de 12 vecinos de Ramirás de la que partió el emigrante a mediados del siglo pasado. Primero a Brasil y después a Caracas, donde se dedicó al negocio de los automóviles hasta su jubilación.

Los ourensanos se enteraron del suceso este mismo viernes, después de que la noticia trascendiera a los medios de comunicación. La familia venezolana no quería preocuparlos hasta que no hubiera certezas. La información es escasa y los de Ramirás ya sufrieron casos similares: en 2012 murió tiroteado en la puerta de su casa de El Junquito, Serafín Feijóo, oriundo de la aldea de Freás, del mismo concello. Era el sobrino político de María Álvarez. Un año antes, Juan Soto, tío de Serafín, fue secuestrado y liberado 5 días después a cambio de un rescate de 30.000 euros.

Miguel Álvarez se encontraba el martes junto a un amigo empresario en el concesionario de este último. Dos individuos los asaltaron y se los llevaron retenidos. En Caracas, el septuagenario tiene dos hijas. Aunque al parecer los contactos han sido escasos, los secuestradores telefonearon a una de ellas tras los hechos para exigir el pago de un rescate. Hacía 3 años que el emigrante no volvía a Galicia. Casi 99.000 ourensanos con derecho a voto -muchos segundas generaciones en la diáspora- viven en la actualidad en el extranjero.