Es consciente de que queda mucho camino por recorrer, pero los avances experimentados abren la ventana del futuro. El catedrático de Robótica Juan González "Obijuan", que participó ayer en el "Ourensemakerslab 2016" en el Centro del Conocimiento de La Molinera, espera que la tecnología pase a formar parte real del ideario educativo, más allá de esas actividades extraescolares.

- Un antes y un después en el mundo de la robótica. ¿Su peculiar travesía fue complicada?

- La verdad es que antes nos veían como gente rara, ahora ya no. Se sigue investigando y la verdad que con muy buenos resultados. El objetivo es que forme parte de la estructura educativa. Y aunque los profesores están convencidos, el problema es el día a día, que impiden que no se avance más.

- Robótica y ciencia ficción van de la mano. Eso al menos es lo que trasciende.

- Es cierto. Lo que sucede es que la ciencia ficción crea unas expectativas muy altas, y por ahora no se puede llegar a ese objetivo. Es posible un coche autónomo, pero tardará muchísimo en llegar ese mayordomo que haga todas las cosas.

- Pero junto con las impresoras 3D, la realizad es que los jóvenes se han enganchado.

- Sí. Es muy bueno que los niños y los jóvenes se enganchen a la tecnología, incluido el 3D, ya que es una forma de dimensionar esa creatividad tan necesaria para desarrollar diferentes proyectos. En ello estamos. Es lo que le transmito a mis alumnos. Se trata de seguir la senda de la investigación colectiva.

- No solo es ocio, la robótica y el 3D tienen otras funciones.

- Desde luego, y muy importantes, como acontece en el caso de la medicina. Con la impresora de 3D se pueden hacer prótesis de plástico para manos de niños con problemas. Y también un corazón con el que el puede trabajar el cirujano antes de realizar una operación, valorando los riesgos antes de llevarla a cabo. Se puede fabricar casi cualquier cosa.