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El vertido que mató a 17.000 peces en el Barbaña llegará a juicio 8 años después

El instructor envía al banquillo a 4 técnicos encargados de la depuradora de San Cibrao -El juez da un día para que presenten una fianza de 303.000 euros - La Fiscalía solicita 3 años

Varios ejemplares de peces muertos por el vertido tóxico de junio de 2009. // Jesús Regal

Las diligencias 4548 / 2009 de Instrucción 1 de Ourense acogieron la tramitación del mayor vertido tóxico registrado en el río Barbaña, un afluente del Miño castigado por sucesivos episodios contaminantes que las inversiones de los últimos años aún no han frenado. En junio de 2009, un derrame industrial que no fue contenido por la depuradora de San Cibrao das Viñas causó una devastación de flora y fauna a lo largo del tramo de 5 kilómetros, entre la planta de tratamiento y la desembocadura del afluente, bajo el puente del Milenio. Nunca se localizó a la empresa responsable. La instrucción de este presunto delito ambiental superó los escollos que el propio juez instructor vio en varios momentos, en los que decretó el archivo al considerar que el encaje de la denuncia era el ámbito civil, no el penal. Tras varios archivos y posteriores reaperturas por orden de la Audiencia Provincial, finalizada la fase de las acusaciones, el magistrado Leonardo Álvarez dicta la apertura de juicio oral. Cuatro técnicos de la empresa encargada de gestionar la depuradora, Espina y Delfín S. L., se sentarán en el banquillo de uno de los dos juzgados de lo Penal.

La Fiscalía solicita 3 años de prisión y 27.000 euros para cada uno, así como el pago de 227.000 euros, en conjunto con la empresa, para restaurar los daños. En un auto notificado ayer, el juez impone una fianza de más de 303.000 euros y da un día de plazo, bajo amenaza de embargo, a los acusados para que la depositen, en conjunto y solidariamente con la empresa. El concello de San Cibrao, dueño de la depuradora, sería el responsable subsidiario. La cantidad trata de "asegurar las responsabilidades pecuniarias que, en definitiva pudieran imponérsele".

La causa se repartirá a uno de los juzgados de lo Penal de Ourense, que señalan con una demora de unos 7 u 8 meses. La vista se celebrará en la parte final del año 2017. Habrán transcurrido más de 8 años desde los hechos.

Los trabajadores se sentarán en el banquillo como autores de un presunto delito contra el medio ambiente por imprudencia. La Fiscalía ve responsabilidad por no haberse desviado al "tanque-pulmón" que poseía la estación depuradora un vertido altamente contaminante que acabó aliviando directamente en el río Barbaña, provocando la muerte de 17.103 peces y otros daños en el ecosistema fluvial. Como certificó un perito biólogo, el vertido acabó con especies piscícolas catalogadas como vulnerables (una, el espinoso, incluso se encuentra en peligro de extinción). Entre ellos 12.942 bermejuelas, incluidas en el Listado español de especies silvestres en régimen de protección especial y 815 bogas, en la categoría de amenazadas.

En su escrito de acusación, presentado hace unos días, la fiscal de Medio, Carmen Eiró, también pide para los cuatro acusados, "que restauren a su cargo y conjunta y solidariamente con la entidad Espina y Delfín S.L. el equilibrio ecológico perturbado". Tendrían que abonar a la Confederación Hidrográfica Miño-Sil, la cantidad de 219.849 euros, así como otros 4.194 euros más por el canon de control de vertidos complementario en concepto de daños ocasionados al Dominio Público Hidráulico (se vieron afectadas un total de 5,6 hectáreas).

A los importes principales se sumarían otros 3.469 euros a favor del Concello de Ourense, por los gastos de limpieza realizados como consecuencia del vertido. De las cuantías responde, en concepto de responsable civil y subsidiario, el Concello de San Cibrao das Viñas, por ser quien había adjudicado a Espina y Delfín S.L. el control de su Estación Depuradora de Aguas Residuales (EDAR). Además de la Fiscalía, la Abogacía del Estado está personada en la causa para exigir las indemnizaciones.

Los acusados por el vertido de 2009, que tendrán que sentarse en el banquillo, son R. B. R. G., administradora solidaria de Espina y Delfín S.L; E. J. I. P., que desempeña las funciones de jefe del servicio; M. C. M., encargado de limpieza y mantenimiento de la EDAR de San Cibrao; así como P. R. P., encargado del control de funcionamiento de las instalaciones de aguas residuales. La investigación no halló a la empresa responsable del vertido, que alteró la composición tolerable del agua. Se detectó que surgía a partir de la depuradora. En 2009, la depuradora carecía de un conductivímetro, que habría frenado el vertido, pese a que estaba obligada a tenerlo tal y como establecía el permiso del organismo de cuenca. La contaminación se habría evitado con ese sistema y activando el "tanque-pulmón" (para eliminar el tóxico con sosa en un proceso físico-químico).

La Fiscalía argumenta que los acusados, como responsables de la concreta gestión y explotación de la planta, concebida para tratar vertidos no solo de núcleos poblaciones sino de polígonos industriales, "sabían que en la misma se recibía un caudal de agua procedente de aguas industriales de contenido altamente contaminante que no podían ser tratado adecuadamente ni neutralizado en el proceso biológico de la EDAR".

Sin embargo, según el ministerio público, el 24 de junio de 2009 la EDAR recibió un vertido cuyo origen sigue siendo un misterio, de naturaleza ácida, con elevada concentración de metales pesados como boro, aluminio, cromo, magnesio, hierro níquel, cobre, zinc, cadmio y cobalto. La fiscal subraya que, a pesar de ello, "no desviaron el vertido al tanque-pulmón que posee la EDAR, donde se podría neutralizar con sustancias alcalinas". De ese modo, permitieron presuntamente que "se vertiera directamente al cauce del río Barbaña, extendiéndose hasta un tramo de 5 kilómetros y prolongándose desde el día 24 de junio al 1 de julio de 2009".

Las mediciones detectaron 2,8 de ph de las aguas fluviales -muy ácido-, frente a los valores normales de entre 5,5 y 9, así como valores elevados de aluminio, de demanda química de oxígeno, sólidos en suspensión, amonio, fósforo, níquel y cadmio, varias veces superiores a los permitidos. La contaminación disparó la concentración de aceites, grasas y metales pesados El nivel de hierro era hasta 28 veces mayor. El de cobre, 120 veces por encima de lo normal, y el de zinc, 200 veces superior a los valores aconsejados.

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