- Alerta el fiscal de Menores, José Manuel Ucha, del problema de un elevado consumo de hachís entre los jóvenes y su aceptación social.

- El consumo de sustancias tóxicas es un factor de riesgo de delincuencia tanto en jóvenes como en adultos, lo que no quiere decir que directamente la provoque. No todas las personas que consumen son delincuentes ni todos lo hacen.

- ¿Qué causas pueden llevar a un menor a cometer un delito?

- Hay ocho factores básicos. En primer lugar, el hecho de que un joven haya tenido expedientes judiciales previos. Dos, el funcionamiento familiar, las relaciones con los padres, la educación que hay en casa y los valores que se inculcan. Junto a estos, los que se reciben en el colegio. Otra dimensión importante es la social, quiénes son sus amigos y cómo son, qué tipo de relación mantienen. Otro factor es el consumo de sustancias tóxicas en general, como el alcohol y las drogas. Otra de las dimensiones tiene que ver con el mundo personal del chico, con sus patologías psiquiátricos y psicológicas, con sus rasgos de carácter. También influye el ámbito de sus creencias con respecto al mundo del delito, por ejemplo, si es un menor que justifica la actividad delictiva. Hay otra dimensión relacionada con el ocio: qué hace durante su tiempo libre. Por ejemplo, un chico que lo utiliza en prácticas organizadas socialmente, como la actividad deportiva, o en cambio está callejeando.

- El fiscal también subraya que el abuso del móvil y la redes sociales es un factor de riesgo, al no dejar que las habilidades sociales se desarrollen como debieran.

- Que haya máquinas nuevas, como los móviles, sí genera actividad delictiva nueva y nuevos divertimentos asociados. No se deben demonizar los avances, sino adaptarse y aprender a socializar y vivir con ellos. No nos podemos negar a las nuevas tecnologías, sino que habrá que formar y preparar a los chavales para su uso responsable.

- Las quedadas de Lugo quizá hayan causado cierto alarmismo.

- Las quedadas siempre han existido, y antes incluso eran sistemáticas. Lo que ocurre es que los movimientos sociales se adaptan ahora a los nuevos entornos y se producen a través del móvil. Hoy prácticamente no se hacen, y lo que llama la atención es precisamente que se produzcan porque parecía que era una práctica en desuso. Es bueno que las nuevas tecnologías hayan dado eco para prestar atención a estos hechos. Hemos avanzado; son puntuales.

- ¿Un exceso de protección de los hijos entraña riesgos? ¿Es un error criar menores consentidos?

- Todos los excesos son nocivos. Es cierto, porque los profesionales de la educación lo ven así. Pero en el ámbito de la delincuencia, quien hace el mal es el menor, no los padres. La sobreprotección en absoluto va a explicar la actividad delictiva. Es fundamental centrarse en las características del chico. Al final quien hace mal es el menor y es con quien hay que estudiar por qué pasa e intervenir con él. No vaya a ser que, con el argumento ideologizante de la buena o mala educación, acabemos echando la culpa a las familias, con una mirada condescendiente con el menor, olvidándonos de su responsabilidad.

- ¿Cuál es el delito de menores que más preocupa en Ourense?

- Lo que más preocupa es, no tanto el delito, sino el perfil de jóvenes con unas características de delincuencia crónica y que empiezan a manifestarse insensibles frente al dolor de sus víctimas. Son los que necesitan una atención con más intensidad y mayor duración.

Llaman mucho la atención los delitos de violencia contra los padres, que cada vez tienen más valor para ponerlo en conocimiento, porque saben que la justicia y el sistema de menores intentan poner los medios para que no se vuelva a producir. También preocupan los delitos de violencia de género.

- ¿Qué tasa de reincidencia hay en la jurisdicción de menores, en comparación con la de los adultos?

- En los adultos la reincidencia está en torno al 50% si no hay ningún tipo de intervención dentro de Instituciones Penitenciarias. Con la intervención que establece en España la propia configuración de la justicia de menores, la reincidencia en términos generales, al menos una vez y a 4 años vista, se sitúa en torno al 35 %. Sube al 65 % si el chico ingresa en un centro. Si hay una intervención en la comunidad, la probabilidad cae a un 20 %.

- Sin un centro para menores con graves trastornos de conducta, hay familias obligadas a costearse instalaciones privadas fuera de Galicia.

- No sé cómo habrá que decírselo a la Xunta, porque me consta que tiene llamadas de atención de la Fiscalía Superior de Galicia, del aparato judicial en las diferentes provincias y los servicios de protección de menores. Es una necesidad objetiva y perentoria, y es sangrante que una comunidad con más de 2 millones y medio de habitantes no tenga una instalación en adecuadas condiciones para recoger a jóvenes con una victimización doble: estar en una situación de más o menos desamparo y tener problemas de personalidad que no son debidamente atendidos.