La juez ha decidido que continúe entre rejas Juan Carlos R. G., el presunto asesino de Martin Verfondern, el holandés afincado en Santoalla (Petín) que desapareció en enero de 2010 y cuyos restos no se localizaron hasta cuatro años y medio más tarde. La instructora considera que los motivos que fundaron el ingreso en prisión preventiva del asesino confeso aún persisten. En diciembre se cumplen dos años de su encarcelamiento previo al juicio, el plazo máximo que permite la ley antes de prórrogas. A petición de Fiscalía se celebró una comparecencia a finales de octubre. El acusado declinó hacer uso del derecho a la última palabra.

La responsable de Instrucción 2 de O Barco de Valdeorras, Nuria Valladares, subraya que "se siguen manteniendo todos y cada uno de los requisitos que en su día se acordaron para adoptar esta medida, y que fueron confirmados por la Audiencia Provincial, a lo que hay que añadir que está prácticamente concluida la instrucción, y es inminente la celebración del juicio". Al caso le resta solo la práctica de una prueba pericial de disparos en la propia aldea de Santoalla, para calibrar la distancia a la que pudo ser oído el tiro o tiros que acabaron con la vida de Martin Verfondern. Una vez cerrada la instrucción, los autos serán remitidos a la Audiencia para que seleccione al jurado popular que dictará el veredicto.

Juan Carlos R. G. lleva preso desde el 2 de diciembre de 2014, tras confesar a la Guardia Civil que había matado al holandés, supuestamente porque conducía "como un loco", según dijo a los agentes. Aquella confesión resolvió un crimen que estuvo 4 años y medio oculto y que exigió a la Policía Judicial durante 6 meses, con unos 400 interrogatorios. La abogada de la defensa sostiene que aquella confesión no debe tenerse en cuenta, por la "mente infantil" de Juan Carlos, que padece una discapacidad psíquica del 70%. La Fiscalía sostiene, de acuerdo a los exámenes de los forenses, que el acusado sabía lo que hizo y puede ser juzgado.

El auto de prórroga de prisión tuvo que ser corregido por la juez, pues la primera versión notificad a las partes aludía a Julio R. G., que es el hermano del autor confeso, en libertad provisional como el presunto encubridor del crimen. Es el sospechoso de haber ayudado a ocultar el vehículo y el cuerpo del holandés, aunque el fiscal no ha concretado aún quién disparó. "Movidos por un odio derivado de los múltiples conflictos que mantenían con él por la gestión de la comunidad de montes, y tras perder todos los procesos judiciales, decidieron acabar con su vida".

La defensa ya ha recurrido

Sobre Julio pesa una orden de alejamiento que le prohíbe regresar a Santoalla, donde pastoreaba a su ganado. En la remota aldea de Petín ya solo vive en la actualidad la viuda, Margo Pool. La defensa ya ha recurrido para que la Audiencia Provincial decida si deja libre a Juan Carlos. La abogada asegura que su cliente se inventó la confesión, subraya que no hay pruebas en su contra y niega la posibilidad de una fuga.