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Treinta y siete familias de Ourense participan en un programa de acogida de menores

Cruz Roja hace un llamamiento para encontrar más hogares voluntarios, en especial para estancias largas de adolescentes -"Se crea confianza y cariño", relata una participante

Conchi, que acoge a una adolescente de 15 años, junto a Sonia López, psicóloga de Cruz Roja . // J. Regal

Hace un año que Conchi Fernández, una ourensana de 60 años, acoge a una adolescente que está a punto de cumplir los 16. Una menor tutelada por la Xunta por su situación familiar y que vive temporalmente con esta mujer, ejemplo de hogar monoparental y colaboradora del programa "Familias Acolledoras". Cruz Roja gestiona en Ourense, desde 1996, esta iniciativa de la administración autonómica. Treinta y siete familias acogen a menores o han mostrado su interés en hacerlo con bebés, niños o adolescentes; el cuidado temporal se adjudica siguiendo el perfil que más se ajusta a las posibilidades .

La oenegé hace un llamamiento a la ciudad para buscar un lugar dentro de este programa a tres adolescentes de 10, 14 y 15 años. Cruz Roja necesita demandantes del estilo de Conchi para darles una acogida temporal. El programa necesita especialmente voluntarios para estancias de larga duración de adolescentes y preadolescentes, así como de grupos de hermanos.

Casi 300 acogidos desde 1996

En los 20 años de vigencia de este programa, en Ourense han sido acogidos un total de 297 menores.

Los motivos suelen ser diversos, con múltiples factores de riesgo que comprometen el bienestar infantil y que, como consecuencia, producen incapacidad de cuidar, criar y dar educación en las personas que los tienen a cargo, como exclusión social, patologías, adicciones, fallecimientos repentinos, ingresos en prisión o indicadores de malos tratos.

Hay familias que, por las circunstancias en las que se encuentran, se ven abocadas a pedir a la Xunta que asuma la guarda temporal de sus hijos por un tiempo determinado (no superior a 2 años) y, en otras ocasiones, es la administración la que, de acuerdo con la ley, retira la tutela de los padres biológicos al haberse verificado desprotección o maltrato.

El objetivo final del acogimiento es el retorno futuro del menor con su familia. Para que nos se pierdan los vínculos afectivos, durante la custodia existen contactos entre el niño o niña y su familia. Los interesados en participar en el programa deben aceptar los requisitos -a partir de los 12, los menores también han de consentir-, reciben talleres específicos así como una formación básica que es obligatoria. Nueve familias finalizan mañana su programa de aprendizaje. En Cruz Roja se dan pautas sobre cómo afianzar los vínculos con el menor acogido, el régimen de visitas o sobre cualquier duda que tengan estos hogares temporales. Aceptar esas visitas con la familia, estabilidad emocional, una vivienda con condiciones de habitabilidad y compromiso son algunos de los requisitos que exige la ONG".

A Conchi Fernández la animó su hija. Se inscribió en el programa hace tres años y su primera experiencia de acogida fue muy breve: tres hermanos, de 3, 5 y 7 años, que estuvieron en su casa apenas una semana, mientras sus padres resolvían unos trámites burocráticos.

Conchi no está realmente sola en el cuidado de la adolescente que tiene asignada. Cuenta con el apoyo de sus hijos y un yerno. La adaptación y la convivencia, reconoce, son difíciles, pero el tiempo y el diálogo van allanando el terreno. "Nos llevamos bien, intentamos que se sienta integrada en una familia normal. Se crea confianza y también hay cariño", dice Conchi. "El vínculo no llega a ser como el de alguien de tu familia pero se va acercando cada vez más. Yo le tengo mucho cariño y me consta que ella a nosotros también".

Conchi Fernández da cuidado y estabilidad a la niña y exige el cumplimiento de las normas. "Yo actúo igual; hay normas de horarios, sobre la comida, pero todo es negociable", dice. Aunque con adaptación a los tiempos, "me estoy haciendo una experta en redes sociales".

Las acogida son temporales e incompatibles con una adopción, con independencia a que el vínculo pueda mantenerse después de que el menor cumpla los 18. "Hay adolescentes que siguen unidos a los acogedores años y años después de que cese, o que vuelven a contactar pasado un tiempo porque les han quedado como personas de referencia". Pero la familia no desaparece y la finalidad es retornar. "El acogimiento permite que el menor pueda desarrollarse en un entorno adecuado sin romper el vínculo con su familia de origen", explica Sonia López, psicóloga y una de las dos profesionales de Cruz Roja (voluntarios aparte) que trabajan en este programa.

El equipo hace un seguimiento de cada caso, mediante visitas, entrevistas, llamadas y correos electrónicos, para asegurarse de la estabilidad de cada menor en acogimiento.

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