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Antía Menéndez Fírvida: "La musicoterapia puede reducir la cantidad de pastillas del paciente"

"Actualmente, la profesión no está reconocida como tal en España, pero va cobrando importancia"

Antía Menéndez, en la habitación de su casa acompañada por los instrumentos musicales. // Jesús Regal

Antía Menéndez Fírvida, pendiente de dejar sentenciado su Máster Universitario de Musicoterapia -a falta de presentar el trabajo final en menos de un mes- tiene claro que la música y la terapia son dos grandes amigos que, aún sin presencia elevada en los centros médicos y residencias geriátricas españolas, espera que se difunda su aplicación en beneficio de todos con el objetivo principal de hacer más feliz la vida de quien padece.

-¿Qué relación tiene la música con la terapia?

-La relación no es directa. La música cambia el estado de las personas, sobre todo en aspectos sociales, ayudando a crear lazos de comunicación, funcionando como objeto intermediario. Todo ello necesita un especialista para llevar a cabo la música como terapia. Escuchar música que te gusta en casa no se considera musicoterapia, no se utiliza la música en ese caso como terapia, es algo diferente.

-¿Cuál es el objetivo principal de la musicoterapia?

-Su fin principal es mejorar la calidad de vida del paciente, se centra más en los medios que en el fin, es decir, en hacer el camino hacia el objetivo algo más agradable para la persona.

-No es curar, entonces, ¿no?

-No. Es una terapia no farmacológica. Está destinada a todo tipo de personas, no hace falta tener una patología específica para la que sea necesario disfrutar de la musicoterapia. Si quieres mejorar el estado de vida, puedes recurrir a ella. Los objetivos son específicos y están enfocados en función del paciente, varían en función de si se trabaja en grupo o individualmente. Siempre se trabajan cuatro áreas: psicomotriz, perceptivo-cognitiva, social-emocional y de comunicación y lenguaje. A través de la musicoterapia, se puede reducir el número de pastillas que ingiere una persona para calmarse, por depresión... siempre teniendo en cuenta que es algo complementario a la terapia farmacológica.

-Hace falta, previamente, hacer un análisis previo del paciente.

-Eso es. Las primeras sesiones las utilizamos de evaluación para conocer al paciente, sus gustos y potenciar lo positivo que pueda tener. En musicoterapia, no catalogamos a las personas en función de su patología, cada persona es un mundo.

-¿Hay algún tipo de música más recomendable que otro?

-Vale todo tipo de música e incluso de instrumento. Lo importante es utilizar la música que al paciente le guste. Se usan distintas técnicas musicoterapéuticas: receptivas o expresivas, es decir, puedes simplemente escuchar música o ser parte activa de la terapia. Si la música clásica no te gusta, no vamos a utilizar ese tipo de música. Cada uno tiene su historia musical.

-¿Cómo es eso de la historia musical?

-La historia musical viene marcada desde el útero materno. Los gustos musicales de los padres y lo que escuchaban durante el embarazo te marcan para el resto de tu vida. Eso que dicen que las embarazadas deben escuchar música clásica, a Mozart, para que el niño salga bien... eso es una falacia. Hay que escuchar la música que sea placentera para quien la escuche.

-¿Hay alguna enfermedad que acepte la musicoterapia mejor que otra?

-Está enfocada a todas las enfermedades. Autismo, retraso mental, parálisis cerebral, alzhéimer... Yo he trabajado en las prácticas con gente con alzhéimer y la musicoterapia les ayudaba a recuperar tanto la memoria reciente como la de hace años. En casos de parálisis cerebral, ayuda a mejorar la movilidad. En caso de autismo, a expresarse. En lo que más se trabaja es en el campo del alzhéimer. Incluso me encontré con un paciente con afasia -trastorno del lenguaje- y alzhéimer que creía que todo lo que quería decir no le salía. En cuanto comenzó a cantar, se dio cuenta de que podía. Ver cómo le mejora la autoestima fue de lo mejor de mi experiencia.

-¿Qué es lo más bonito de la profesión?

-Es muy gratificante ayudar a la gente que realmente lo necesita y mejorar su calidad de vida después de estar estudiando música tanto tiempo. A través de la musicoterapia, todo el mundo es tratado como el resto, algo que no pasa en la sociedad. Escuchar que la musicoterapia les ha cambiado la vida, que les ayuda a sentirse jóvenes, es muy bonito.

-Y, en relación a las edades, ¿la musicoterapia es más aconsejable para niños, adultos, mayores...?

-Es aconsejable para todo tipo de edades y personas. Desde madres embarazadas o bebés en incubadoras hasta personas de la planta de oncología, geriátricos... Hay hasta musicoterapia para sordos.

-¿Cómo es eso?

-Las vibraciones sonoras las sienten mucho más que nosotros, tienen el sentido del tacto mucho más desarrollado que el resto.

-¿Cree que la música debería tener más importancia en la educación infantil?

-Sí, la música y las artes en general, tanto en educación infantil, primaria como secundaria. Las artes ayudan a expresarse, a liberarse, a ir más allá de los números, a conocerse a uno mismo.

-¿Qué relación guarda la armonía, el ritmo y la melodía con el cerebro para que pase esto?

-El hemisferio derecho del cerebro está más destinado a lo irracional: a la melodía y la armonía. En el hemisferio izquierdo, están el ritmo y el lenguaje: lo racional. Con la música, se consigue que se activen los dos hemisferios por igual, de forma conjunta. Por eso la musicoterapia funciona tan bien con el alzhéimer.

-¿Qué secreto guarda la música para lograr tantos beneficios?

-La música marca muchos momentos de la vida de una persona, cada instante tiene su banda sonora. Ayuda a recordar momentos, transmitir sentimientos, sensaciones, olores... A cada persona, la música le llega de una forma especial.

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