- ¿De cuál de tus novelas estás más orgulloso?

- De "Nembrot" y de "La Soledad de las vocales". De la primera se siguieron vendiendo unos 50 ejemplares al año de la primera edición [DVD Ediciones]. También guardo mucho cariño a "La Soledad de las vocales"; me llevó 4 años.

- ¿Gustó en el Liceo de Ourense "Las estaciones de la muerte" o te granjeó alguna enemistad esa dosis de caricatura y crítica ácida?

- No, no, al contrario, estaban encantados. Incluso hay una anécdota. En la novela hablo de socios de honor y no existían, los hubo a posteriori. Fue profética en ese sentido. En 1984 tenía turno de tarde en Hacienda y por la mañana estaba en el Liceo. Es la única novela en mi vida que escribí en una máquina de escribir en el Liceo por las mañanas.

- Juan Goytisolo dio una dimensión clave a "Nembrot" [la reseñó en el Times Literary Supplement como la mejor novela española de 2003].

- No lo conocía de nada cuando habló de "Nembrot". Después creo que coincidí con él cuando vino a presentar a Ourense una novela, sobre el año 2004 o 2005. Gracias a él nos llamaron a una serie de autores al Instituto Cervantes de Madrid. Tengo una relación con él, que no llega a amistad, pero sí que lo llamo por teléfono de vez en cuando, y él a mí. Yo empecé a leerlo muy pronto, cuando hacía novelas de carácter social, y fue un deslumbramiento "Señas de Identidad". Creo que hay novelas que son una especie de quicio, que abre nuevos caminos. Lo veo muy claro con "Señas de Identidad" y también con "Nembrot"; desde entonces no puedo hacer el mismo tipo de literatura que antes.

- No te gustan las entrevistas y confiesas que eres tímido. ¿La literatura es tu válvula de escape?

- Sí, yo me confieso en los libros. Escuché a Manuel Vicent que uno tiene que venir llorado de casa. Yo cuando tuve que hacerlo lo hice en "Examen final" [su anterior novela, con tintes autobiográficos] y me quedé muy a gusto.

- Eres el escritor que trabaja en Hacienda. Alguna vez has dicho que ésta es la ocupación que te alimenta el cuerpo, y la literatura, la que te alimenta el espíritu.

- Yo me planteo que mis 7 horas en Hacienda me permiten hacer después lo que quiero: escribir, comprar libros, viajar. Mi mayor inconveniente es que soy un escritor de mañanas, de los que se levantan a las 6 de la madrugada.

- ¿Qué papel juega Ourense?

- Para mí es un infierno, así de claro. Estamos en una ciudad de 110.000 habitantes que se comparta como un pueblo de 10, con una visión reducida que lo engloba todo: política, empresa, cultura.

- ¿Y lo de Atenas de Galicia, es ya una etiqueta del pasado?

- Me parece bien conservar la memoria, pero me parece totalmente publicitario. Vivimos mucho de esas rentas. A mí me suena igual que Marina D'Or.