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La Ribeira Sacra intenta salvar las cepas

Los viticultores de Doade en Sober, concello lucense limítrofe con Ourense, trabajan para conseguir reparar las plantas arrasadas por la tormenta de granizo que cayó el lunes

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La Ribeira Sacra intenta salvar las cepas

Fernando González tiene parte de su producción vitivinícola en algunas parcelas de la ribera de Doade, en el concello de Sober, limítrofe con la provincia de Ourense y con la que comparte la Denominación de Orixe Ribeira Sacra. Ayer, bajó a trabajar al viñedo a las seis de la mañana y allí permaneció hasta pasado el mediodía, a pesar de no ser esta temporada una habitual de trabajo fuerte. Él y los otros 124 productores afectados por el temporal devastador de granizo que asoló la zona el pasado lunes dedican estos días a "intentar recuperar y reparar lo que ha quedado de las plantas", explicó este bodeguero. Por la producción de este año en la ribera ya no se puede hacer nada, se ha perdido todo.

"Es como si alguien hubiese acribillado las cepas con una escopeta, el resultado ha sido el mismo", así describía González el estado en el que el temporal de agua, granizo y viento que se cebó sobre la zona ha dejado los viñedos. "Vimos como el trabajo de un año de desvanecía en una hora", se lamentaba. Y es que el granizo arrasó una zona de 65 hectáreas de las que habrían salido 500.000 kilos de uva, lo que representa casi dos millones de euros de pérdidas.

GALERÍA | Un viticultor aplica un tratamiento para intentar salvar las vides maltratadas por el granizo. // Jesús Regal

Unas condiciones meteorológicas que les sorprendieron por su violencia: "Ni siquiera la gente de más edad de la zona recuerda algo semejante, con un efecto tan devastador", confesaba Pedro Rodríguez, otro de los afectados y propietario también de una bodega de la denominación. No era la primera vez que el granizo se lleva parte de su producción, "pero suele actuar de manera muy localizada, por franjas, pero esta vez ha caído durante mucho tiempo en una zona muy amplia", relataba.

Este bodeguero reconoce que los ánimos están bajos: "Estamos muy fastidiados, después de un año complicado, de haber conseguido ganarle la batalla a las plagas, el destino ha querido llevárselo todo", aseguraba en relación a las dificultades que han tenido que superar este año en el que el mildiu ha campado a sus anchas por la Denominación de Orixe. "Logramos mantener las plagas a raya y la calidad de la producción parecía fantástica", recordaba.

En el mismo sentido se manifestaba Luis Fernández Guitián, el alcalde de Sober que aseguraba que el aspecto de la ribera de Doade antes del temporal era "espectacular". "Esperamos una etapa de La Vuelta para el 25 de agosto, e iba a ser sin duda de las más bonitas por nuestro paisaje pero el mal tiempo ha arruinado todo", declaraba. El regidor del municipio al igual que los bodegueros se ha puesto manos a la obra en lo que tiene que ver con la recuperación de las infraestructuras dañadas con el temporal: "Los caminos y algunos muros de contención han quedado totalmente destruidos por lo que estamos centrando ahí los trabajos, para que los viticultores puedan acceder a las parcelas y tratar las vides".

Además, desde el consistorio han solicitado al gobierno de la Xunta la concesión de una línea directa de ayudas para los afectados que según Fernández Guitián "ya se está gestionando". Por su parte, la conselleira de Medio Ambiente, Ángeles Vázquez visitaba la zona el pasado martes y anunció que su departamento solicitará la declaración de zona de emergencia para el territorio afectado.

Sin embargo, la cosecha de este año está perdida y tal y como explicaba el presidente del Consello Regulador, José Manuel Rodríguez que ayer también visitaba la zona "hay que ver como reaccionan las plantas a los tratamientos, si se producen nuevos brotes", para poder hacer predicciones con respecto a campañas futuras.

A pesar de que el regidor, Luis Fernández Guitián reconocía que el estado "en el que han quedado las parcelas es penoso" y a cada momento que pasa "parece que la desgracia aumenta porque somos más conscientes", también se muestra orgulloso de las reacciones de sus bodegueros vecinos: "Se han unido mucho intentando animarse y consolarse unos a otros".

"Hemos llorado porque esto ha sido una tragedia", reconocía Fernando González. "Somos apasionados de las viñas, nos dedicamos a esto porque nos encanta, aquí apenas entra maquinaria, la mayor parte se hace a mano", esa era su respuesta cada vez que alguien le preguntaba sobre como se sentían tras lo sucedido. Pero también tiene claro que no va a dejarse vencer: "Estoy seguro que esa misma pasión que sentimos, será la que nos levante, porque no queda más remedio, hay que arrear", concluía.

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