Las piscinas de Ponte Noalla, cerca del polígono San Cibrao, tienen aforo para más de 500 personas y en los días de calor extremo son un hervidero. El ayuntamiento ha contratado a tres socorristas para que vigilen este vaso y el de Souto Penedo durante el verano, de 18 de junio a 18 de septiembre. Trabajan de 12 a 21 horas. El sábado, la rápida intervención de Luis Kreder, argentino de 22 años afincado desde hace años en Galicia, evitó una tragedia. Rescató en estado semiconsciente a un hombre de unos 45 años que jugaba con su hija pequeña en hombros y a punto estuvo de ahogarse, en la zona de la piscina donde más cubre. La niña se subió a su espalda, él tragó un poco de agua, se hundió y, al no ser capaz de salir, le entró el miedo. "Mi reacción fue valorar la situación, meterme al agua en cuestión de segundos y remolcarlo. También se verificó que la niña pudiera salir del agua, porque estaba nerviosa. Los demás nos ayudaron a sacar al hombre de la piscina". Luis rescató al bañista, lo colocó en posición lateral como marca el protocolo, y éste expulsó algo de agua. "Por suerte, como la reacción fue rápida no pasó a mayores. Pero al hombre le entró mucho el pánico y estaba ya hundido, el socorrista tiene que reaccionar rápidamente y no despistarse nunca". "La gente tiene que ser consciente y no confiarse nunca, y es fundamental que en todos los ayuntamientos con piscina tengan a socorristas bien formados, con conocimientos y vocación, para dar seguridad a los bañistas", opina Luis.