La multitud de gaiteiros que ayer acudió a Cabeza de Manzaneda, el marco de postal de una cita clásica para las bandas desde hace 30 años, ya no es aquella legión que pobló de agrupaciones cada concello del rural y que se hacía muy visible, por ejemplo, en los actos de investidura del expresidente Manuel Fraga. Pero lo cierto es que el fenómeno sigue vivo y, en algunos grupos, la pasión por la música tradicional ha pasado de generación en generación a pesar de las dificultades del relevo. Ayer, unos 300 músicos de toda Galicia -algunos, emigrados que retornan para la cita- participaron en la séptima edición del Certame Celtibérico. La música vigorosa y melódica de los punteiros, acompañada por la fuerza de diversas percusiones, resonaron como cada último domingo de julio en la cumbre de la estación de esquí de Manzaneda, a 1.778 metros de altitud, en uno de los techos de Galicia.

El eco de los roncos se empezó a escuchar ya el sábado, con una Noite Celta, al estilo de las tradicionales en festivales de renombre como el de Lorient. En la cita de Manzaneda actuaron el trío del virtuoso gaiteiro Óscar Ibáñez, así como las cantareiras de la Real Banda, la Real Xuvenil, y Lapsus Gaita.

Álvaro Rúa, el mejor solista

Como es tradicional, el domingo quedó reservado para las actuaciones, la competición y los nervios. A las 11 de la mañana arrancó el espectáculo, con la participación de seis grupos en la categoría sénior. Después vino la hora de los más pequeños, de los artistas en potencia encargados de conservar el legado de la música tradicional, como sucede casi de forma natural en Escocia, la Bretaña francesa e incluso en Asturias. Las actuaciones infantiles dieron paso al concurso de gaiteiros solistas. El ganador fue Álvaro Rúa.

Las mejores bandas se disputaron los premios de Segundo y Primer Grado. En la máxima categoría se alzó con la victoria la Real Xuvenil, por delante de Vilariño de Conso. En la segunda división el triunfo fue para la banda de Monforte de Lemos; con mejor puntuación que Chantada. Con el paso de los años las propuestas se han sofisticado en busca de matices polifónicos: gaitas en distintas tonalidades y elementos de otras músicas como la batería. La tradición perdura.