"No ha podido probarse que el acusado, entre septiembre de 2012 y mayo de 2013, hubiese simulado que dispensaba medicamentos a sus clientes con el fin exclusivo de obtener del Sergas la correspondiente subvención que dicho organismo asumía respecto al precio de esos medicamentos, sin que se dispensase de manera efectiva al cliente". La magistrada del Penal Número Dos de Ourense, Susana Pazos, absuelve de una presunta estafa continuada a Juan Luis Lamas Rey, vigués de 51 años y boticario en Celeiros, una aldea de 59 vecinos en Chandrexa de Queixa. El licenciado sale exculpado "sin perjuicio de las sanciones administrativas de las que pueda ser merecedor a la vista de todas las irregularidades administrativas detectadas en su modo de proceder".

Un vecino enemistado con él lo denunció e hizo acopio en su casa de los medicamentos que supuestamente arrojaba al contenedor situado frente al negocio. La Fiscalía -que pedía 2 años de cárcel más el mismo periodo de inhabilitación para ejercer en farmacia o parafarmacia- lo acusaba de una estafa por expedir presuntamente de forma irreal 435 medicamentos que luego tiraba a la basura. El Seprona lo arrestó el 9 de mayo de 2013 tras haber depositado en el cubo una bolsa con medicamentos. La magistrada, que da credibilidad al testigo con independencia de la mala relación, ve "irregularidades administrativas" en el funcionamiento de la farmacia pero no un fraude delictivo. La defensa ha sido ejercida por Juan Carlos González Iglesias, de Atrio Abogados.

La juez subraya que no es posible probar que el acusado arrojara medicamentos más de 2 días que el denunciante afirmó haberlo visto, máxime cuando otros vecinos manifestaron haber arrojado medicamentos a ese contenedor. "No nos deja de causar cierta sorpresa que todas estas personas decidan ir a tirar medicamentos a este contenedor, cuando tenían otros más próximos a sus viviendas, pero no podemos descartar de manera rotunda sus testimonios", dice la juez.

La magistrada no ve "lógico" que el farmacéutico arrojara los envases en la basura cuando tenía un punto "Sigre" para este tipo de residuos en su botica y que podía reponer. Por eso ve razonable que Sergas y Seprona sospecharan de un fraude. Pero para dictar condena, añade, es necesario que no hayan dudas. Y el fraude no puede acreditarse al no poderse establecerse la trazabilidad de los medicamentos hallados en el contenedor, "de modo que no es posible determinar que un envase fue atribuido a un paciente en concreto".

El acusado dijo que en el ámbito rural es frecuente que se acceda manualmente a la base de datos con los códigos de los pacientes, sin que realmente den la tarjeta, pues muchas veces los atienden por teléfono. Según su relato nunca lo hacía sin el consentimiento de ellos y nunca expedía un medicamento si no lo pedían. El taxista, el dueño del supermercado de la aldea y también el conductor de autobuses declararon haber llevado fármacos a algunos de sus vecinos Era habitual que los devolvieran y por eso se acumulaban cajas sin el cupón, casi llenas y sin caducar, argumentó el boticario.

La juez descarta pruebas de una estafa "porque no hay un engaño, al margen de las irregularidades administrativas en que hubiera podido incurrir con este modo de actuar", algo que determinarán los expedientes abiertos por el Sergas y el Colegio de Farmacéuticos. "Lo que habría es un absoluto descontrol, aparte de irracionalidad en la dispensa y uso de medicamentos".

La sentencia de absolución, notificada ayer a las partes, aún no es firme. La Fiscalía y el Sergas, acusaciones, tienen un plazo de 10 días para presentar recurso ante la Audiencia Provincial de Ourense.