Un hombre de unos 60 años de edad y portando un arma de fuego se atrincheró en la tarde de ayer en una vivienda próxima al campus universatario de Ourense y amenazó con quitarse la vida, a causa supuestamente de una discusión que había mantenido ese día con su novia, una mujer que reside habitualmente en Pontevedra. Al cierre de esta edición a la 1 de la madrugada el hombre seguía en esa actitud en su vivienda.

El suceso se produjo a las cuatro de la tarde de ayer, en el cuarto piso izquierda del inmueble numero 8 de la calle Bernardo Cachamuiña, de la ciudad de As Burgas, cuando los vecinos detectaron la presencia de un hombre que salía y entraba del balcón de su vivienda portando un arma de fuego.

De inmediato se desplegó un amplio dispositivo policial y se desplazaron al lugar efectivos de la Policía Nacional, que acordonaron la zona para evitar el tráfico de peatones, una unidad medicalizada del 061 así como miembros del equipo de elite de francotiradores de la Policía Nacional, que se apostaron en una calle adyacente, con armas de asalto ante el temor de que pudiera tratarse de una persona en u estado de crisis nerviosa y empezara a disparar.

El hombre, un funcionario de unos 60 años de edad, según sus vecinos, y considerado por estos como una persona con un comportamiento totalmente normal, que nunca les hicieron sospechar de desequilibrios, tiene una novia natural de Pontevedra, con la que supuestamente habría discutido y por lo que amenazaría con quitarse la vida.

Diversos mediadores, entre ellos un hijo del hombre y otros familiares, como un cuñado, intentaron sin éxito a lo largo de la tarde y hasta bien entrada la noche mediar telefónicamente con el individuo para que depusiera su actitud y se entregara.

Expectación y temor vecinal

Lo que era a primera hora un suceso aislado, del que apenas se habían dado cuenta muchos vecinos por la rapidez y discreción con la que se llevó la actuación de cierre de la calle y de control de la zona por los francotiradores de la Policía, empezó a generar expectación y temor a un tiempo entre los vecinos.

Según fuentes policiales, en ningún momento se optó por actuar entrando a la fuerza ante el temor de que el hombre, que se encontraba claramente viviendo un episodio de desequilibrio nervioso, pudiera actuar de forma violenta y atentar contra su propia vida o la de otros.

Una de la teorías que manejaban los agentes era la de tratar que con el paso de las horas el hombre pudiera caer rendido y en ese momento entrar en la vivienda para tratar de reducirlo.

Al cierre de esta edición, nueve horas después de que el hombre se hubiera pertrechado en su vivienda, solo permanecían en la zona los efectivos de la Policía Nacional, así como los dos agentes apostados con armas ubicados en la calle lateral, en una imagen insólita con sus armas de asalto sobre trípodes, ante la posibilidad de que con el paso de las horas el desenlace pudiera rematar de forma violenta. La ambulancia permanecía también en las proximidades del inmueble y diversas patrullas también de la Policía Nacional seguían expectantes a la espera de que depusiera su actitud.