Han pasado 14 meses desde la violación y asesinato de Socorro Pérez y, de momento, no hay pruebas. Lo reconoce el comisario, Antonio Álvarez Valencia, aunque los intentos por esclarecerlo siguen adelante. La hipótesis principal, un ataque sexual, está vigente -el móvil económico fue descartado- y hay "varias líneas de investigación" para dar con el asesino. En este caso "se dio la situación más difícil que se puede dar", como fue la ausencia en el cadáver de vestigios de una tercera persona por los más de 30 días transcurridos desde que la ourensana fue asaltada mientras hacía deporte, hasta el hallazgo del cuerpo, que estuvo un mes a la intemperie. Sin ADN, ni testigos, ni evidencias en el círculo de la víctima, la investigación se atascó. La Policía Nacional ha realizado una nueva inspección ocular del lugar del crimen, y el laboratorio va a repetir la analítica forense por si pudiera arrojar alguna evidencia.

La medida se encuadra en el trabajo de refuerzo del caso que se lleva a cabo desde hace semanas por iniciativa del nuevo mando,. A petición suya, un grupo especial para casos difíciles adscrito a la Dirección Adjunta Operativa (DAO) revisó los más de 600 folios de actuaciones del crimen de Ourense -continúa bajo secreto de sumario-, tras elegirlo entre la relación de 484 sin resolver en los últimos 20 años en España. A mayores, varios agentes de la Unidad Central de Policía Judicial "van y vienen" para apoyar a la UDEV de la Comisaría Provincial. Se trata de un grupo multidisciplinar integrado por expertos en homicidios, Policía Científica y análisis de comportamiento de la conducta. "Son los mejores especialistas y se está repitiendo el trabajo de campo, además de los análisis. Estamos esperando los resultados".

La mujer fue asaltada, posiblemente por un extraño, en las proximidades de la urbanización Mun di Deu, en el Monte Seminario. Murió por aplastamiento del cráneo, posiblemente por un golpe con una piedra. En un primer momento, los investigadores recogieron y remitieron restos de las prendas deportivas que llevaba la mujer de 43 años, las ramas que cubrían el cuerpo, así como una piedra con sangre. El avanzado estado de descomposición del cuerpo imposibilitó que el Instituto Nacional de Toxicología confirmara siquiera la hipótesis de la agresión sexual.

Un reloj con ADN insuficiente

También se envió al laboratorio un reloj de la víctima. Según trascendió, el objeto tenía restos de ADN por dentro y por fuera de la correa de cuero pero la muestra, según el informe científico, no era suficiente como extraer el perfil genético. "Hay que recordar que la tecnología forense avanza. Ahora mismo estamos esperando resultados", subrayaba ayer el jefe policial.

Con anterioridad, los investigadores habían escudriñado la relación de más de un millar de agresores sexuales y sus movimientos en los días próximos a la fecha del crimen. También se analizaron las llamadas y otro tipo de tráfico de teléfonos móviles, aunque sin resultados.