Otro de los focos de polémica está relacionado con el mercado medieval. Y así, mientras la edil de Cultura defiende las medidas adoptadas, en las que prevalecieron los informes de los técnicos para "garantizar la seguridad", por parte de Democracia Ourensana se asegura que contó con "una tercera parte" de los puestos que había en otras ediciones, en lo que han calificado como unas "fiestas decadentes", situación que han atribuido también a las propias fechas de la celebración, que proponen trasladar a noviembre, coincidiendo con la celebración del patrón local, San Martiño.

En esa misma línea crítica, el portavoz socialista José Ángel Vázquez Barquero cuestiona las cifras ofrecidas por la concejal de Cultura de las fiestas, y no duda en manifestar que han pasado por la ciudad "sin pena ni gloria", para denunciar lo que considera un "retroceso" en lo que se refiere a las actividades.

Sostiene Barquero que el acto de inauguración fue "uno de los más deslucidos de los últimos años", así como las restricciones de acceso a los conciertos de la Plaza Mayor y la reducción de puestos del mercado medieval, entre otras deficiencias, que ponen de manifiesto la gestión realizada por el gobierno popular.

Por su parte, la edil de Ourense en Común, Ledicia Piñeiro, advierte que su grupo va a analizar el Plan de Seguridad ante la existencia de algunas "dudas" sobre la forma en que se llevaron a cabo las medidas de control. Y cuestiona que la empresa que llevó cabo este servicio esté siendo investigada por varios delitos y ha lamentado la "falta de sensación de fiestas".