Lo de Balú fue milagroso desde el principio. Padece epilepsia y "para que no sufriera", su propietario le golpeó brutalmente la cabeza con un cincel. El golpe fue tan violento que le rompió el cráneo. Después lo metió en una bolsa y lo tiró al contenedor. Era la madrugada del 3 de septiembre de 2015 y algún vecino que lo vio salir con la bolsa sospechó y llamó a la Policía Local de Ourense. Su dueño lo había dado por muerto pero respiraba. El hombre, Carlos F.L., de 50 años, fue detenido.

Progape se hizo cargo del perro y le puso de nombre Balú. Los voluntarios se empeñaron en salvarle la vida y lo consiguieron. El maltratador ha sido condenado a seis meses de prisión por maltrato de animal doméstico pero no irá a la cárcel, salvo que en el plazo de dos años cometa otro delito. Su defensa pactó con la fiscal una sentencia de conformidad en la que la pena se atenúa por padecer el acusado un trastorno esquizofrénico paranoide "que altera de manera significativa sus facultades intelectivas y volitivas".

La presidenta de Progape, María del Campo, mostró ayer su "indignación" por esta sentencia que "permite que el autor de semejante maltrato se vaya de rositas y sin hacerse cargo de los gastos de la curación de Balú". Avanza que son elevados y los reclamará por la vía judicial. "Un perro abandonado es cosa nuestra, pero éste era un perro con propietario". Estuvo al borde de la muerte varias veces. Hoy, aunque con graves secuelas, Balú es feliz en una casa de acogida con las personas que se hicieron cargo de él desde el principio porque "sabían que nadie iba a querer adoptar un perro así".