-Ha ostentando numerosos cargos académicos a lo largo de su trayectoria, y siempre la docencia y la investigación. ¿Qué le resulta más satisfactorio?
-Lo que más me gusta es la docencia y la investigación. Con los cargos académicos cubres una cuota de servicio que todos tenemos que darle a la Universidad que nos acoge. Tan malo es aquel que se perpetúa en los cargos académicos como el contrario, el que se encierra como una caracola en su mundo y nada quiere saber de los cargos. Yo mi cuota de servicio la pagué con creces, fui secretario general en Santiago de Compostela, miembro del Consello Social, hice los estatutos de la Universidad de Vigo, fui decano... Pero en 2000, cuando ingresé en la Real Academia de Jurisprudencia dije que no quería más. Pasé a dedicarme de lleno a la docencia y la investigación.
-¿Como consigue hacer atractiva una materia como Derecho Romano?
-Es una asignatura universal; difícil también para los profesores. Hacerla asequible a los alumnos es muy difícil pero una vez que entran en la disciplina ya son juristas, amueblan la cabeza. ¿Por qué se da Derecho Romano en Japón o en China? Porque el Derecho lo inventaron los romanos. Es duro porque vienen de un bachillerato donde los inundan de cosas que para los planificadores de la enseñanza en nuestro país son importantísimas, pero los alumnos no saben nada de Derecho. El Derecho es importante, forma una parte muy importante de la vida de un pueblo.
-¿Llegan con un nivel muy bajo?
-Cada vez peor. Yo estudié por el plan del año 1953 y cuando me vine para aquí en 1990 todavía seguía ese plan. El examen de ingreso de bachillerato se hacía entre cinco catedráticos de instituto y un señor tenía que saber redactar perfectamente, por una falta te suspendían. Hoy hay cosas elementales que nadie sabe, lo cual es terrible.
-¿Se modifican las leyes pero no se corrigen los defectos de la educación?
-Los fallos ya vienen de muy atrás. La universidad es la cúspide de una pirámide que empieza por la guardería. Esto no quiere decir que no haya alumnos brillantísimos, sigue habiéndolos, pero la masa del estudiantado tiene un nivel infinitamente más bajo del que teníamos nosotros. Lo que nos exigían ponía los pelos de punta.
-¿Como será su vida ahora que se jubila?
-Seguiré empecinadamente leyendo y escribiendo hasta el final. Es lo que más me gusta hacer.
