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Luis Rodríguez Ennes: "En la lucha por este campus la ciudadanía supo estar unida y sin fisuras"

Tras 46 años de docencia e investigación se jubila en la misma facultad que fundó en 1990

Luis Rodríguez Ennes, en una de las terrazas del Edificio Xurídico-Empresarial de Ourense. // Iñaki Osorio

La trayectoria del catedrático Luis Rodríguez Ennes (A Coruña, 1946) fue siempre brillante. Su expediente académico fue el mejor de España cuando acabó la carrera y todavía recuerda lo mucho que se exigía entonces. "Te suspendían por una falta de ortografía y ahora muchos alumnos cuando llegan a la Universidad no saben ni donde está Constantinopla", reflexiona. Ayer asistió al acto de graduación de Derecho en la Facultad que él mismo fundó hace 26 años. Su última promoción porque este verano se jubila. El centro, por unanimidad, le ha nombrado decano honorífico y ayer se materializó el reconocimiento. "Es una satisfacción muy grande porque me la da mi facultad y votaron todos a favor", dice.

-Se jubila en la misma Facultad de Derecho que usted creó en 1990. ¿Cómo recuerda aquellos años?

-Vine aquí con muy buenas ideas y una cartera llena de esperanzas. Tenía la misión de crear los estudios jurídicos en una Universidad recién nacida, como era la de Vigo, que carecía de tradición al respecto. Partía de cero. El entonces vicerrector de campus, el profesor Jesús de Juana, me abrió las puertas no solamente de la Universidad sino de la ciudadanía de Ourense. Los dos emprendimos la lucha por que el campus, que era un ideal, se convirtiese en una realidad. Fueron años durísimos.

-¿Qué tipo de complicaciones afrontaron?

-Aquí no había nada. Estaba el edificio de Ferro que nos lo acababan de entregar. Llegamos a tener 1.750 alumnos en Derecho y todos daban clase en la cuarta planta. Había que hacer encaje de bolillos para cuadrar los cuatro grupos de docencia. Y sin embargo lo conseguimos. Tuvimos una lucha con un alcalde de aquella época, que prefiero no mencionar, que quería que nos fuésemos a Mariñamansa, pero nosotros siempre quisimos que el campus estuviese imbricado en la ciudad. No hay cosa peor que tener un campus muy alejado. Aquí cualquier actividad que hagas tiene una respuesta ciudadana extraordinaria.

-¿Quiere decir que lo que es hoy este campus es fruto de una lucha en la que han sido protagonistas los docentes y la propia ciudadanía?

-Sí, las dos cosas. La ciudadanía supo estar unida y sin fisuras, fue ejemplar siempre, no hay duda. Y la relación de la Facultad de Derecho con los operadores jurídicos de Ourense también ha sido ejemplar. La primera lección de esta facultad la dio don Emilio Atrio, y eso es un detalle de como yo traté desde el principio de que la abogacía ourensana, la judicatura, estuviera presente en la facultad.

-Habla de 1.750 alumnos, hoy son muchísimos menos. ¿Como ha sido la evolución de este centro desde aquellos duros comienzos hasta lo que es hoy?

-Todas las titulaciones bajaron de matrícula, como también baja la pirámide de población, es una cuestión demográfica. Derecho tendrá ahora unos 500 alumnos, es un número aceptable, tampoco interesa tener unos estudios muy masificados. Una de las grandes ventajas que tiene esta titulación es que hay una gran proximidad entre los profesores y los alumnos, cosa que en otras es imposible. Yo he estado dando clases en la Universidad de Buenos Aires donde había 100.000 alumnos, una cifra monstruosa. ¿Para qué se quieren tantos? Mejor tener menos, selectos y que estén contentos.

-Usted que ha impartido docencia en más de 20 universidades de todo el mundo, ¿diría que hay calidad en los estudios?

-Hay mucha calidad porque lo prueba la cantidad de gente egresada de las aulas de esta facultad desde que yo fui decano que hoy en día está ocupando puestos importantes en la administración, en la universidad, catedráticos, notarios, abogados del Estado, fiscales, jueces...

-¿Qué siente como fundador cuando ve el éxito en sus alumnos?

-En realidad uno pervive en sus alumnos. Los romanos no creían en el más allá, pensaban que la única manera de pervivir después de la muerte era nombrando un heredero que les sucedía. Igual que nos pasa a nosotros, que envejecemos físicamente pero no psíquicamente en la medida en que nos renovamos todos los años con los vienen y se van. Lo que verdaderamente da satisfacción es saber que lo que uno ha hecho permanece en los alumnos, en los libros que escribes, los trabajos que publicas, las conferencias...

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