"Es cierto que el cierre de la residencia está afectando a los negocios de la zona, pero lo que si nos están dañando comercialmente es ese tramo de acera cortada, pese a que entraba en el presupuesto de rehabilitación de la calle que hizo el Concello; una acera es un servicio público que no puede estar cerrado tanto tiempo" , lamenta Isabel Rivero, una de las comerciantes del entorno de la residencia del campus donde regenta una tienda de comestibles.

Lo absurdo además es que en estos dos años "hemos quedado sin servicio de reciclado de aceite doméstico, pues dejaron el contenedor precintado tras la valla de la residencia" explica. Se queja de que "con la excusa de que la acera está cortada, no la barren y somos los comeciantes como yo los que tenemos que barrer los tramos de aceras colindantes a nuestro negocio".