Rubén tiene 26 años y ficha cada tarde, de lunes a jueves, en el pabellón universitario del campus. Durante tres horas se encarga de revisar las reservas de las pistas y confirmar en la aplicación informática las asistencias; sube y baja las canastas, entrega las llaves del vestuario a los equipos que acuden a entrenar y se preocupa de que todo esté siempre en orden. También visita el edificio Xurídico Empresarial para recoger el correo interno y lo deja en la mesa, en la bandeja correspondiente. De cuatro a siete de la tarde realiza una actividad tras otra esforzándose por hacerlo cada vez mejor. Esta es su segunda semana en su primer trabajo como contratado y para la próxima asumirá tareas relacionadas con el mantenimiento de las instalaciones: "Tendré que revisar que todo funciona bien; hay muchas cosas importantes que van a depender de mí". Rubén se siente orgulloso porque ve que su trabajo es útil. Además, es responsable y previsor, su primera nómina la quiere ahorrar, no piensa concederse ningún capricho de momento.
Aunque este es su primer trabajo con contrato, ya tiene experiencia laboral. Realizó prácticas en un supermercado, fue ayudante de panadería, mozo de almacén, auxiliar en una oficina bancaria e incluso estuvo en una fábrica de camisas. Por las mañanas trabaja diferentes perfiles profesionales en la asociación Down Ourense. Estos días toca auxiliar de cocina y ha aprendido a preparar hamburguesas. "Me gustan todos los trabajos", repite. Pero también sus amigos, y en pocos días en el pabellón ya tiene un montón: "César, Óscar, el jefe Rodrigo, Nito, Juan, Quique y Martín", enumera.
